No perdió Boris. Perdió el sistema

El Parlamento siempre ha suspendido sus sesiones mientras los partidos celebran sus conferencias. Johnson aplicó ese criterio en sus cinco semanas de suspensión del Parlamento. Los liberaldemócratas se han reunido con el Parlamento suspendido, los laboristas están reunidos con el Parlamento fuera de sesión... Pero, por orden del Tribunal Supremo, cuando los conservadores se reúnan entre el 29 de septiembre y el 2 de octubre en Mánchester, el Parlamento no estará suspendido. Por primera vez en la historia moderna. Con el agravante de que es el partido que está en el Gobierno. Es decir, el Supremo ordena una conferencia del partido -un hecho político de relevancia constitucional en ese país- en desigualdad de condiciones con los partidos rivales.

La trascendencia de esto radica en que la sentencia del Supremo indica la gravedad de la ruptura institucional que el Brexit está generando en el Reino Unido. Un tribunal del que la mayoría de la opinión pública no había oído hablar nunca -existe hace sólo diez años- ha tumbado el uso político establecido entre el Gobierno y el Parlamento. Resulta evidente que el Tribunal Supremo ha asumido competencias políticas al tumbar la decisión de la Justicia inglesa. Hasta ahora, el sistema británico otorgaba esta competencia sobre una decisión política a los Lores de Apelación Ordinaria o Lores de la Ley. Una Cámara política juzgaba la conveniencia de una decisión política. Ahora un tribunal de Justicia juzga lo que en el Reino Unido siempre ha sido una decisión política. Y eso crea una grave crisis que va a provocar que el gran derrotado por la unanimidad ayer del Tribunal Supremo no sea el Gobierno de Boris Johnson, sino el sistema político británico tal y como lo conocemos. Esta locura del Brexit se ha llevado por delante medio siglo de pertenencia a Europa, amenaza la unidad del Reino, la continuidad de la Corona y ahora vemos cómo ha dinamitado el sistema político tal y como ha sido hasta hoy. Pleno al 15.