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El fin del mundo

Esto sí que altera el orden inmutable de la naturaleza

Luis Ventoso

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Hay ciertas cosas que se daban por supuestas: el sol sale siempre por el Este, «pienso, luego existo», el fuego quema, las tostadas caen indefectiblemente del lado de la mermelada, E=mc2, el Nilo recorre Egipto, la Tierra orbita alrededor del Sol... y Keith Richards ... no pasará un solo día limpio de espirituosos. Tal era hasta ahora el orden inalterable de la naturaleza. Pero algo ha cambiado. Ha acontecido un imposible. A sus 74 años, Richards, el Laboratorio Humano, ha revelado que tras 60 años en el frente del alcohol y las drogas lleva dos meses a secar: solo café y su cigarrito permanente en las comisuras de unos labios agrietados. «Las drogas se han vuelto flojas y aburridas», proclama socarrón el más irredento feligrés de Baco. Hablamos de un tipo que a los 62 años se cayó de lo alto de un cocotero y se partió la crisma en una juerga en las islas Fiyi (un neurocirujano de bisturí muy oneroso hubo de abrirle la tapa de los sesos para reparar daños). Chalado extravertido, al año siguiente ya se ufanaba de haberse esnifado una porción de las cenizas de su progenitor, que en vida había sido un cervecero portentoso.

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