La muerte de un viejo elefante
En «Ebano», cuenta Richard Kapuscinski cómo mueren muchos elefantes en África. Se acercan a la orilla de los lagos para beber, pero a medida que van haciéndose viejos, les resulta más difícil levantar la trompa y saciar su sed; así que se adentran en el ... agua para hacerlo más fácilmente. En ese momento se produce el desastre: sus patas se hunden en el légamo y son, poco a poco, succionados por el lago.
Al Gobierno español puede ocurrirle algo parecido en su política hacia Cuba. Moratinos, decidido a darse un baño de progresía en la Isla, está siendo absorbido por la ciénaga de un régimen que sólo le ve como un tronco al que agarrarse para mantenerse a flote, como alguien de quien echar mano para que le resuelva los problemas. Por ejemplo, para que le quite del medio a Guillermo Fariñas, trayéndoselo a España, y no se repita un nuevo caso Zapata, que ha hecho que hasta algunos de los de la «zeja» le hayan vuelto la espalda.
A los Castro no les interesa lo más mínimo hacer cambio alguno en su chiringuito y Moratinos debería haberse dado cuenta de ello hace mucho tiempo. ¿Qué es lo que realmente busca el ministro en Cuba, donde cada vez que les tiende la mano, sus dirigentes, responden con malos modos, con plantones o con un endurecimiento del acoso a los disidentes?
Aislado en Europa en su deseo de cambiar la Posición Común de la UE y con un Obama cada vez más exigente con el castrismo, el Gobierno aún está a tiempo de abandonar las aguas pantanosas en las que se ha metido. Su sitio debe estar en la orilla desde la que se apoya a quienes como decía un personaje de Ernst Jünger, prefieren «morir junto a los hombres libres, que triunfar en compañía de los esclavos».
layllon@abc.es
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