Vidas ejemplares
Aquí no se salva ni Bezos
La rocambolesca historia de Bezos y el Príncipe saudí prueba que la intimidad digital no existe
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Iniciar sesiónEl inteligente, duro y hermético Jeff Bezos, el dueño de Amazon, es a sus 56 años el hombre más rico del planeta, con un patrimonio casi obsceno de 116.000 millones de dólares. Pero ya lo advertía la sabiduría popular de los culebrones: los ricos ... también lloran. En enero de 2019 se hizo añicos el matrimonio de Bezos con MacKenzei Tuttle, de 49 años. Llevaban casados 25 temporadas, tenían cuatro hijos y ella ya estaba a su lado cuando inventaron desde cero en un garaje el germen de Amazon. Bezos se había encandilado con la hermosa periodista hispana Lauren Sánchez, una presentadora estadounidense de ancestros mexicanos. Un tabloide sensacionalista neoyorquino, el National Enquirer, se enteró de la verbena adúltera y el 9 de enero del año pasado se firmaba la mayor minuta de divorcio de la historia: MacKenzei recibió 35.000 millones de dólares y ahora es la tercera mujer más rica del mundo.
Si todo lo anterior es llamativo, lo que viene ahora es ya psicodélico. ¿Cómo consiguió el National Enquirer los mensajes y fotos privadas de Bezos poniéndose meloso y picantón con su amor secreto? Según el jefe de seguridad de Amazon, al que el multimillonario encargó que investigase la filtración, el móvil de Bezos fue jaqueado por elementos del Gobierno saudí. Pero ahora The Guardian da un paso más y asegura que el pirata informático fue el propio príncipe que domina Arabia, Mohamed bin Salman (MBS), una acusación que los saudíes desmienten. En mayo de 2018, el príncipe hizo una gira por Estados Unidos para mostrar su faz aperturista y se vio con medio establishment (Trump, los Clinton, Bloomberg, Bush, Sergey Brin, Bill Gates...). También visitó a Bezos, en un encuentro cordial tras el que intercambiaron sus números. Según las últimas revelaciones, MBS habría enviado por guasap a Bezos un vídeo que portaba un virus maligno y le vació el móvil. Los datos robados acabaron en manos del National Enquirer. ¿Qué móvil podía tener el príncipe contra el empresario? Bezos es también dueño del Washington Post, donde escribía contra la autocracia arábiga el disidente Jamal Khashoggi, asesinado y descuartizado de manera crudelísima en el consulado saudí de Estambul en octubre de 2018, con el consiguiente escándalo planetario y del Post (periódico que se ha distinguido también por sus denuncias contra Trump).
Corolario: 1) El periodismo valiente de denuncia, que es el bueno, resulta siempre una obra de riesgo para editores e informadores, por eso escasea. 2) La intimidad digital no existe. Como advierten los expertos en ciberseguridad, nuestros móviles y ordenadores son un auténtico coladero (por eso muchos empresarios destacados han cambiado la agenda digital por la vieja libreta y solo hablan por un móvil vintage sin conexión a internet). En un mundo donde nuestro dinero habita en nubes digitales y la correspondencia íntima es vulnerable a tres golpes de click, el enredo de Bezos nos recuerda que todos estamos en pelotas, al albur del primer jáquer.
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