Aún le llaman ingenuo
Los entusiastas de la presentación inmediata de una moción de censura exhiben un problema en sus argumentos. No explican cuáles serían los beneficios políticos de tal movimiento para quien se la va a jugar, el PP, y para el conjunto de los ciudadanos.
Sobre el ... PP, sorprende que los promotores de la moción minusvaloren el pequeño gran detalle de que, a día de hoy, el PP no cuenta con un solo voto de apoyo. O, en otras palabras, que la jugada le serviría para escenificar lo que izquierda y nacionalistas llamaron en la primera legislatura la soledad parlamentaria del PP. Cuando Felipe González presentó su moción de censura en 1980, el PSOE consiguió el voto de los comunistas, de los andalucistas y de 3 diputados del Grupo Mixto. Lo que no le sirvió para ganar, pero sí para evitar la imagen de soledad política.
Es más difícil la comparación entre el ambiente socio-político de 1980 y el actual. O la valoración de la moción de censura como revulsivo social para una condena del Ejecutivo. Las dudas en ese terreno se me antojan casi tan grandes como en el de la aritmética parlamentaria. Y es que es más que cuestionable que una buena parte de las élites críticas con Zapatero de esa sociedad a la que la moción pretendería beneficiar esté en estos momentos por la labor de apoyar una iniciativa como ésta de la oposición.
Están más bien en una fase anterior, en la de seguir con la cantinela de la ingenuidad del presidente. Aunque mienta descaradamente, como lo hizo ayer en el Congreso, cuando comparó la deuda pública de los gobiernos del PP y el suyo propio. Su liderazgo se hunde, pero su enorme poder se mantiene. De ahí que le sigan llamando ingenuo y no mentiroso. De ahí que no sume ni la aritmética parlamentaria ni la social.
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