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Luis Ventoso

La lata de bonito

Allí estaba una metáfora perfecta de la crisis de valores

Luis Ventoso

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Hay gente aficionada a cotejar los horarios de los trenes, o a coleccionar botijos, o incluso a las brasas de La Sexta. Mi afición friki radica en que me encantan los supermercados. Soy lo suficientemente viejo para pasmarme ante el hecho de que en cualquier ... súper de barrio de la España actual puedes encontrar cerveza mexicana y holandesa, yogures de más colores que las confluencias de Podemos, anaqueles de comida ñoño-ecológica, panes de molde de seis tipos, buen embutido y carne, pescado decente excelso comparado con el que se vende en Inglaterra y un arsenal de productos de limpieza que nos deja boquiabiertos a los de la era de la lejía Conejo y el correoso papel higiénico El Elefante. Donde ya goleamos a otros países es en la fruta y la verdura fresca, un alarde tan cotidiano que solo aprendemos a valorarlo cuando viajamos fuera. El festival de calidad de nuestros supermercados me congratula, porque supone un reflejo certero del impresionante salto de calidad de vida que ha dado España en sus fecundos años de democracia (hoy cuestionados por los paladines de la efebocracia, muchachos sin memoria, salvo para enredar con la Guerra Civil de sus bisabuelos, que carecen muchas veces de vida laboral y cultivan el desprecio hacia su propio país).

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