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Luis Ventoso

Jugar a Dios

El hombre fabula con regresar desde la última frontera

LUIS VENTOSO

Atacábamos sendas hamburguesas en un angosto local del Soho, que lleva fama de ofrecer las más suculentas de Londres. Mi amigo y yo dábamos cuenta de las bombas de colesterol con una voracidad cavernaria, con esa felicidad primaria e irresponsable de dos hombres que en ... una noche sin mujeres se regalan un festín adolescente. Como norma general, creo que el varón resulta más sencillo –o rupestre– que la mujer. Seamos francos: a la mayoría de los gachós nos plantan una cerveza en una mano, un bol de patatillas en la otra y el partido de fútbol más infecto en una pantalla tocha, y entramos en una especie de trance hipnótico, próximo a la dicha suprema. Por fortuna, la sofisticación femenina suele paliar esos nirvanas hooligans.

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