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Ausencia de moderación

Sánchez no negocia, pide sumisión. El presidente juega a la política. Gobierna por decreto y cuela la paguilla del IPC a los pensionistas en la convalidación de la obligatoriedad de las mascarillas al aire libre

Juan Pablo Colmenarejo

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El ‘no es no’ inició todo lo que nos pasa. A Rajoy no le dio tiempo ni a sentarse en el sofá blanco de la sala donde cuelgan los cuadros de Miró en La Moncloa. Sánchez dijo ‘no’ antes de escuchar la propuesta de un ... gobierno de coalición tras haber obtenido el peor resultado en la historia del PSOE. Ni siquiera aceptó un café. Se levantó tan pronto que tuvo que esperar, sin abrigo, el retorno del coche, aquella fría mañana de diciembre de 2015, en la escalinata donde ahora se retrata con su Gobierno en multitud. El ciclo político inaugurado por Sánchez ha echado raíces y va para largo. El presidente simula cuando se acerca a Ciudadanos, a por sus votos desechables, como en las últimas prórrogas de la alarma inconstitucional. Volverá al cobijo de la mayoría Frankenstein, garantía de otros cuatro años para alcanzar el objetivo de una década en el poder. Sánchez se sabe atado, pero también libre. Sus socios, el prorruso Iglesias y las tres docenas de independentistas con plaza fija en el Congreso, le necesitan para seguir con la deconstrucción del 78.

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