El ángulo oscuro
Más ganadería y menos comunismo
Allá donde impera el comunismo se fomenta la ganadería intensiva, que es la que el ministrillo Garzón quiere liquidar
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Nuestra derecha se ha sacado del magín un lema ridículo para su campaña electoral castellanoleonesa («Más ganadería y menos comunismo»), con el que pretende excitar los instintos primarios de su parroquia más desubicada.
En contra de lo que proclama ese lema inepto, ganadería y comunismo ... no son realidades refractarias o antípodas. Por el contrario, si estudiamos los planes quinquenales soviéticos, observaremos que siempre concedieron gran relevancia al desarrollo de la ganadería, precisamente mediante la aplicación de modelos intensivos que permitieron aumentar la producción. Y, si nos fijamos en la situación presente, observaremos que China es, con diferencia, el principal productor de carne en régimen intensivo. Así que el lema elegido por la derecha en su campaña electoral es por completo falso; pues, allá donde impera el comunismo, se fomenta la ganadería intensiva, que es la que el ministrillo Garzón, ecolojeta ‘woke’ y caniche de la plutocracia mundialista, quiere liquidar. Invocando en su lema el fantasma del ‘comunismo’, la derecha mantiene a su parroquia más lerda aferrada a categorías mentales grotescas y la impide discernir el signo de los acontecimientos presentes. ¿Por qué adopta la derecha esta posición? ¿Lo hace porque considera que sus votantes son unos zoquetes que reaccionan paulovianamente a la mera mención del comunismo? ¿O lo hace más bien porque secretamente comparte los planes del ministrillo Garzón?
Hace unos días, para mostrar su apoyo al sector ganadero, Pablo Casado organizaba una visita con prensa a una explotación ganadera... extensiva. De este modo, situó el debate en el territorio falso que conviene a la izquierda caniche, contraponiendo absurdamente ganadería extensiva e intensiva. Desde luego, la carne de una vaca que pasta en el prado sabe mucho mejor que la carne de una vaca estabulada que come pienso: pero el precio de la primera es prohibitivo para la inmensa mayoría de la población; y, aunque no lo fuera, la ganadería extensiva no puede brindar alimento a cuarenta millones de personas. Cuando el ministrillo Garzón ataca la ganadería intensiva no pretende impulsar la extensiva; lo que pretende (aunque, muy cucamente, no lo mencione) es favorecer el negocio de la carne sintética, en el que sus amos plutócratas han invertido miles de millones de dólares. Un negocio que pretende redirigir el consumo de la población, durante los próximos años, permitiendo que una minoría siga consumiendo carne de vacas que pastan en el prado, mientras la mayoría de la población tendrá que conformarse con comer la bazofia sintética o la gusanera que les tiene preparadas el padrecito de Garzón, que no es Stalin, sino Bill Gates.
Sería interesante que la derecha, en lugar de hacer postureo en explotaciones de ganadería extensiva, delatase las verdaderas intenciones del ministrillo Garzón. Tal vez si no lo hace, prefiriendo sacar a paseo el fantasma del comunismo, es porque secretamente comparte agenda -2030- con el ministrillo Garzón.
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