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La Tercera República

Asimilamos la democracia enteramente a derechos, cuando exige tantos o más deberes

José María Carrascal

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Se habla tanto de ella que parece estar a punto de llegar, como ocurrió con la Segunda, que hasta los intelectuales formaron una asociación «al servicio de la República». Lo que no impidió que, a los pocos meses, el más renombrado, Ortega, dijese «No es ... esto, no es esto». Pero no adelantemos acontecimientos. Si aquélla llegó con amplio apoyo popular, aunque también mucho rechazo, ésta cuenta sólo con el respaldo de quienes quieren acabar con el régimen y periodo más largo de prosperidad y libertades que ha tenido España en su reciente historia, hasta el punto de tener en común con aquélla sólo ese afán cainita y autodestructivo en el ADN español. Para comprobarlo, basta coger el coche y salir en cualquier dirección para encontrarse con gentes, villas y paisajes completamente distintas a las de hace un siglo. Lo único que sigue igual es la bronca en el Congreso y la ignorancia de lo que es una República.

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