La Tercera
El estado real de la nación
«El debate público en nuestro país adolece históricamente de un exceso de opinión y un defecto de datos. Como dirían los antiguos griegos, demasiada ‘doxa’ y escasez de ‘episteme’. Y esa falta de encaje entre palabras y datos produce habitualmente discusiones apasionadas, opiniones extremas y una general ausencia de ecuanimidad y mesura que entorpece el debate público, desde el Congreso de los Diputados a las tertulias mediáticas e incluso familiares»
Jesús Banegas
Mientras el Gobierno sigue huyendo de la responsabilidad política de afrontar en sede parlamentaria debates sobre el estado de la nación, el Foro de la Sociedad Civil ha elaborado un documento denominado ‘España en perspectiva’ que abarcando un amplio panorama de temas de interés social ... ofrece datos actualizados y comparados del estado real de la nación como un servicio a la sociedad española a fin de favorecer que podamos vernos como realmente somos, discutir nuestros problemas con conocimiento de causa y serenidad, mientras trabajamos en la misma dirección para mantener y mejorar nuestra posición en el mundo.
El debate público en nuestro país adolece históricamente de un exceso de opinión y un defecto de datos. Como dirían los antiguos griegos, demasiada ‘doxa’ y escasez de ‘episteme’. Y esa falta de encaje entre palabras y datos produce habitualmente discusiones apasionadas, opiniones extremas y una general ausencia de ecuanimidad y mesura que entorpece el debate público, desde el Congreso de los Diputados a las tertulias mediáticas e incluso familiares.
España está claramente situada hoy en una doble encrucijada histórica: en el ámbito político, el marco constitucional vigente se encuentra sometido a crecientes desafecciones secesionistas y totalitarias que ponen en cuestión la unidad de la nación y nuestro orden democrático liberal -con separación de poderes- basado en el imperio de la ley. En el ámbito económico, tras medio siglo de progreso y convergencia con Europa, en los últimos tiempos -como bien ilustran los datos- España está dando marcha atrás, divergiendo cada vez más del nivel de vida de nuestros vecinos europeos.
Veamos -con datos en la mano- dónde estamos realmente en ambos frentes, como inexcusable base de partida para animar a la sociedad española a recuperar su autoestima y apoyar aquellas opciones políticas que mejor puedan afrontar nuestro porvenir: España se encuentra claramente situada entre los países más ricos del mundo, aunque en los últimos años -coincidentes con los gobiernos socialistas del siglo XXI- hemos perdido posiciones, alejándonos cada vez más de los países de referencia.
El desempleo se ha convertido en una lacra, situando a España en las peores posiciones del mundo civilizado: perdemos generación de riqueza y recaudación fiscal, gastamos en protección al desempleo recursos escasos que podrían tener mejores destinos y excluimos a demasiadas personas de la dignidad del trabajo.
La fiscalidad española se sitúa en términos reales en la media de la UE. Sin embargo nuestra estructura impositiva difiere de la óptima: los impuestos al trabajo y al ahorro son excesivos y desincentivadores de la creación de riqueza y empleo, mientras que los indirectos -IVA-, los medioambientales y las tasas fiscales están en la cola de Europa.
Nuestro endeudamiento público, además de batir récords históricos e internacionales y pesar -ilegítimamente- como una losa sobre las nuevas generaciones, plantea arduas expectativas de financiación a medio y largo plazo.
El sector exterior español está teniendo, desde hace una década, un comportamiento ejemplar generando saldos positivos en nuestra balanza de pagos y aventajando claramente a Francia, Reino Unido e Italia gracias a la competitividad de nuestras exportaciones.
La dotación de infraestructuras, factor esencial para la vertebración de la prosperidad, sitúa a España como uno de los mejores países del mundo: las redes de transporte terrestre, marítimo y aéreo son de primer nivel; en producción de energía -salvando distorsiones políticas como la nuclear- estamos también muy avanzados; y en Sociedad de la Información -quintaesencia del mejor presente y futuro- disfrutamos de un claro liderazgo europeo.
La competitividad de nuestra economía, deja sin embargo mucho que desear: en ciencia y tecnología estamos desigualmente retrasados, mejor en ciencia que en tecnología; en innovación mal clasificados, en productividad la contribución tecnológica es muy baja, así como el crecimiento de la renta per cápita; en libertad económica no estamos bien situados y la trayectoria histórica es descendente; los ‘rankings’ internacionales, son coherentes con todo lo dicho.
El factor humano presenta un panorama muy preocupante en población y educación, pero muy halagüeño en cuanto a nuestra expansión lingüística. La población, históricamente siempre escasa, tras emerger con fuerza el último siglo está crecientemente participada por la inmigración mientras que la tasa de natalidad es la más baja de Europa. La educación, siendo mala tiende a empeorar, habiéndose convertido en uno de los grandes problemas de España. La lengua española, mientras que aquí se restringe en cada vez más regiones, continúa su expansión internacional disputando al inglés el liderazgo internacional y cada vez mas alejados de otras lenguas.
La calidad de vida en España, a la luz de los datos, es clara y consistentemente una de las mejores del mundo. En salud destacamos en todas las facetas, y no solo por resultados, sino también en eficiencia de la gestión. En progreso social ocupamos una posición en el mundo mucho mejor que en renta per cápita, siendo uno de los seis grandes países mejor valorados.
En calidad institucional tenemos un comportamiento dispar. Disfrutamos de un buen nivel de seguridad, pero no prestamos a la defensa la importancia que merece. Nuestro Estado de derecho se encuentra entre la veintena de países mejor valorados, sin contar todavía con los posible cambios -que lo empeorarían- que ha prometido el actual Gobierno en relación con la Justicia. La democracia española ocupa la posición 22 dentro de las 23 democracias plenas del mundo, pendiente de las citadas derivas del Estado de derecho. España ocupa la posición 32 entre los países con menos corrupción, estando por debajo de la media de la UE.
Una sociedad civil como la española, con tendencia al olvido de los elementos clave que condicionan su bienestar, debería juzgar críticamente la labor de los gobiernos en función de los datos que ofrece ‘España en perspectiva’, mientras que los medios de comunicación podrán ajustar sus informaciones y opiniones con el mayor conocimiento de causa que se deriva de los datos contrastables y verificados que contiene.
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Jesús Banegas es presidente del Foro Sociedad Civil
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