Castuza

Sánchez comenzó pasándole el marrón a las CC.AA y va a acabar, por la vía de los hechos, federalizando a capón solo por escaquearse de su responsabilidad. Somos los EEUU de España (sin su Constitución) y los virreyes están encantados, así que todos ganan. La última ha sido delegarles los toques de queda, decidibles ahora por Ximo Puig.

La gestión del Covid toma un cariz ya definitivamente cantonalista y cartagenero que no tiene límite, pues siempre habrá alguna peculiaridad que añadir a la gestión (gobernanza y singularidad son infinitas). Como Cataluña necesita destacarse de semejante cafarnaúm, da un paso más y anuncia la creación de la Agencia Catalana del Espacio y el lanzamiento de dos satélites. Esto será emulado y acabaremos en «El Astronauta» de Tony Leblanc, con un cohete que lanzan en Minglanilla y acaba en Almería.

Las CC.AA le sirven a Sánchez, asumen responsabilidad hoy a cambio de poder mañana, y sirven a la función que les dio la 1ª Transición, refugio y comedero presupuestario para miles de políticos, clase que es casta y hasta castuza, cuya élite, en liberalio sarao, brindaba hace unas horas por El Mejor Momento de Nuestra Historia haciendo todo lo que prohíben a los demás.

Estos políticos son, en palabras de un sabio, «una nación política dentro de la nación histórica a la que explotan»; nuestro «pantano» (la presa es de Franco), tumoración estatal con vida propia. Por eso, además de la crisis sanitaria (muertos), económica (parados), neuronal (encierro y propaganda) hay una política: la «unidad» en torno a Petrus y el cese de la vida parlamentaria.