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¿Honor Puigdemont?

Soñé que la nieve ardía. Y por soñar imposibles, soñé que Puigdemont tiene dignidad. Y que es un hombre de honor

Antonio Burgos

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Soñé que la nieve ardía, como canta el fandango. Decididamente loquito, o despistado, o iluso, soñé que había inundaciones en el desierto del Sahara. Y no dormido como un tronco, sino despierto, que es lo preocupante de cómo pensé estas cosas. Ahora, que lo que ... ya es de psiquiatra, aunque sea argentino, como la Monja Jartible o como el otro personaje velazqueño sobre ruedas de Podemos , es lo que he pensado esta mañana, entre sueños. Que había un desusado revuelo de ujieres y de funcionarios de la que se llama a sí misma por excelencia «La Carrera» en el número 19 de la Rue de la Sciencie, sede de la Embajada de España en Bruselas. Como se trataba de algo mágico, ya digo, entre sueños de la razón, que ya sentenciaba Goya que engendra monstruos y no Jálogüin, es como si estuviera viendo que un secretario pedía permiso para entrar en su despacho, entre urgencias y nervios, a doña Cecilia Yuste Rojas , nuestra embajadora ante el Reino de Bélgica. Y que le decía:

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