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Garzón: un juez para la polémica

La primera vez que hablé ante un juez fue en una sala de lo contencioso-administrativo de Barcelona acompañado de quien era mi maestro en el ejercicio del arte de la abogacía, el profesor Manuel Jiménez de Parga. El magistrado más visible en esa modernista ... habitación diseñada por el arquitecto -mi tío abuelo- Enrique Sagnier, se llamaba Jerónimo Arozamena Sierra. Antes de comenzar mi intervención noté como la sangre subía a mi cabeza y el corazón latía con tal fuerza que creí se me iba a salir del cuerpo. En cambio, al comenzar mi parlamento tuve la sensación de que había llegado a una plácida playa y desde ese momento supe que podría llegar a ser, un día, el abogado de causas difíciles que al final he sido. Con los años, Arozamena llegó a la vicepresidencia del Tribunal Constitucional y al Consejo de Estado; y mi maestro, Jiménez de Parga, ha sido, además de catedrático de Derecho Político, ministro de Trabajo con Suárez y presidente del Tribunal Constitucional. Yo tampoco puedo quejarme y aquí sigo, en pleno circuito, de carrera en carrera.

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