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Son ganas de hacer el ridículo

Batet consultará hasta con el cuerpo de ujieres de las Cortes Generales antes de que el PSOE sea salpicado por una decisión política

Ramón Pérez-Maura

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Decíamos ayer (el pasado miércoles y con perdón de la autocita, que en realidad lo es del artículo 21 del Reglamento de la Cámara) que «el diputado quedará suspendido en sus derechos y deberes parlamentarios cuando (...) se hallare en situación de prisión preventiva y mientras ... dure ésta». Pues contra toda lógica, la mayoría de izquierda de la Mesa del Congreso de los Diputados no está segura de lo que significa eso. Así que decidió elevar una consulta al Tribunal Supremo y su presidente ha despachado el oficio en cinco minutos y 136 palabras, despedida de cortesía incluida. Que una profesora de Derecho Constitucional como Meritxell Batet haga una consulta al Supremo en la que el presidente de la Sala Segunda tenga que explicarle que «la configuración constitucional del Tribunal Supremo hace inviable la elaboración del informe requerido por V. E.» ya son ganas de hacer el ridículo. Porque la única alternativa a ello sería que Batet lo hubiera hecho sabiendo cuál iba a ser la respuesta del Supremo. Y en ese caso su actuación se aproximaría mucho a la obstrucción a la Justicia.

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