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cambio de guardia

Corea, libre de vacunas

Por el precio de un billete a Pionyang, los antivacunas podrán disponer de un territorio libre de las perversas falsas vacunas

Gabriel Albiac

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Existe un paraíso para los antivacunas. Y no es esa fortaleza en que el dimisionario Cardenal Carlo Viganò postuló blindar a la Iglesia católica. Por fortuna para todos, para católicos como para no católicos, el Vaticano supo reaccionar deprisa ante lo que pudo haber sido ... un empujón definitivo hacia el abismo. Y desautorizó al antiguo miembro de la curia. Los delirios de Vigarò acerca de cómo «la Iglesia católica tiene el deber ante Dios y ante toda la humanidad de denunciar este tremendo y horrible crimen [de la vacunación] con la mayor firmeza, dando indicaciones claras y tomando partido contra quienes, en nombre de una pseudociencia supeditada a los intereses de las empresas farmacéuticas y de la élite globalista, sólo tienen intenciones de muerte», no podían sino generar lástima. En quienes no generaran ira. Tenían dos ventajas, sin embargo: a) su primordial infantilismo, indigno de quien había sido un príncipe de la Iglesia; b) su ausencia de soporte institucional, una vez que el personaje fue desautorizado por la práctica totalidad de las instancias eclesiásticas.

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