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Gabilondo y el Parto Educativo

SE veía venir que lo del Parto Educativo iba a ser una reedición del Pacto de los Montes, y a la viceversa. Se veía venir y, sin embargo, el texto que presentó anteayer don Ángel Gabilondo (en vísperas del Día del Libro, ¿casualmente?) es tan ... insustancial, tan chirle, tan desestructurado y tan grotesco que, más que mirárselo con lupa, hay que divisarlo con anteojeras. Ver para no creer: nuestra capacidad de asombro aún no está colmada, pese a lo que sostiene Steiner. El ministro del ramo -o del ramal, puesto que la burricie es de su competencia- ha perpetrado un documento en el que se declara especie protegida al genuino lerdo ibérico y se corre, de paso, un estúpido velo, un «hiyab», por más señas, sobre la incuria del presente. Sesenta y cuatro páginas de jerigonza inane, de aviesos solecismos, de anacolutos héticos y de comatosa verborrea (qué le vamos a hacer si el ágrafo de turno no ha dejado una coma con cabeza), son la última oferta de aquel que fue rector y nunca anduvo recto.

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