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Fomento, todavía peor

COMO era fácil suponer, las explicaciones de la ministra de Fomento en el Congreso de los Diputados han sido muy poco convincentes. Magdalena Álvarez se empeñó ayer en restar importancia al hundimiento del túnel del AVE a la altura de Aranjuez y rechazó de plano ... las críticas por el bloqueo durante veintidós horas de la AP-66 entre León y Asturias. Según su táctica habitual de echar la culpa a la oposición, la titular de Fomento acusó al PP ante la comisión competente de la Cámara de «buscar desesperadamente otro Prestige para atacar al Gobierno». Por supuesto, ni una sola autocrítica ni la más mínima asunción de responsabilidades, porque la prepotencia y la huida hacia adelante son las señas de identidad de su manera tan peculiar de practicar la política democrática. En el colmo del desparpajo, después de asegurar que el AVE a Valencia no se va a retrasar, la ministra afirmó con toda naturalidad que «si se tuviera que retrasar, no pasa nada». Cuando se asume la responsabilidad de un departamento que gestiona infraestructuras de alto nivel y elevado coste económico, no se pueden decir simplezas, ni lanzar ocurrencias para salir del paso. La seguridad de los usuarios y el dinero de los contribuyentes no admiten frivolidades, ni incoherencias. Afirmar que si hay un retraso «no pasa nada» descalifica a cualquier político para dirigir precisamente el Ministerio de Fomento, sin olvidar que tal vez le ha traicionado el subconsciente partidista porque -casualmente- se trata de la conexión ferroviaria entre Madrid y Valencia, dos comunidades emblemáticas para el PP.

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