Exportación de armas a Israel
EL razonamiento es demasiado elemental: todas las armas matan. Y por tanto deben ser prohibidas. Pero esta es una vulgaridad sin pies ni cabeza. Se debe perseguir todo comercio ilícito de armas. Pero son las armas las que garantizan la paz y la seguridad. El ... ejército español tiene un enorme arsenal, millares de bombas nunca utilizadas. La guardia civil tiene armas: de lo contrario no existiría.
Todas las medicinas curan. ¿Hay que dar vía libre? Las medicinas, ¿pueden matar? Frente a los argumentos excesivamente sencillos, existen los controles: sistemas a veces complejísimos, rigurosísimos. Toda sociedad democrática se basa en sistemas de control. Estados Unidos pelea en estos meses contra el fallo de sus sistemas de control. En el caso de las ventas de armas a Israel, los controles se hicieron todavía más estrictos en España a partir de la Segunda Intifada, 2001. El sistema de controles que rige en España es comunitario, no nacional. Hay disposiciones básicas, universales: por ejemplo, las relacionadas con el fósforo blanco, prohibido por las Naciones Unidas.
Debemos defender esta base esencial, el control en la fabricación y comercio de armamentos. Los pacifistas se apoyan a veces en razonamientos admirables y complejos, pero otras caen en motivaciones simples, pedestres. El 26 de enero el presidente del gobierno se atascó en TVE-1 («Tengo una pregunta para usted») al contestar a un interpelante sobre la venta de armas a Israel. Los pacifistas radicales desean ver a un Israel desarmado frente a Hamas.
Quizá sea útil, en esta materia, un acuerdo entre los dos grandes partidos, PSOE y PP. Los argumentos de Gustavo Arístegui, portavoz de Exteriores del PP, deben ser considerados. Podemos pensar, decía el día 29, que lo que digamos en esta cámara, aquí, una tarde de enero, no tiene importancia; que a lo mejor la resonancia de nuestras palabras no llega a la opinión pública árabe o europea. Pero lo que aquí digamos acaba por ser tenido en cuenta.
Nosotros, desde la experiencia de la revista Política Exterior, creemos que el señor Arístegui también tiene razón. No estamos aquí, lo saben los lectores, para alabar a los ministros. Pero conviene buscar, allí donde esté, la realidad frente a la ficción. La razón está en este caso del lado del ministro. El 29 de enero, en el Congreso, Miguel Ángel Moratinos mantuvo argumentos difíciles de rebatir sobre la exportación de armas a Israel. Añadió conclusiones estremecedoras: hoy la sociedad palestina y especialmente los dos millones de hombres y mujeres de Gaza, viven enloquecidos, desbordados por la violencia, la sangre y la muerte de sus familias. La paz y la reconstrucción son sin embargo posibles.
La niebla parece impenetrable: y sin embargo la tabla de salvación puede no estar lejos. La acción de dos socios, el más fuerte, Estados Unidos, y el menos, la Unión Europea, podría alcanzar en plazo muy rápido lo que no se logró en 60 años, el acuerdo con Israel sobre el nacimiento del estado palestino. Entre tanto no es fácil apoyar a una organización teocrática como Hamas, que sigue disparando sus cohetes, por rudimentarios que sean. Hamas fue elegida democráticamente, pero la democracia, se dijo en la Carrera de San Jerónimo, no consiste sólo en las elecciones representativas sino en un comportamiento democrático: no dar golpes de estado; no asesinar a los rivales de la facción próxima; respetar los acuerdos suscritos por anteriores gobiernos; renunciar a la violencia; tener un verdadero proyecto de paz con los vecinos. Esto se recordaba en el Congreso y queda escrito, por los siglos, en el Diario de Sesiones.
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