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Vidas ejemplares

Un español y un guiri

Uno se ha pateado el país, el otro luce la mirada remota del piji-progre

Luis Ventoso

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Además de enriquecerse, Pujol ensambló durante 23 años las llamadas «estructuras de Estado», que dejaron el coche de la República a punto, a falta de sacarlo del garaje español en cuanto se durmiese el vigilante. Después, ya desde 2011, Junqueras, Òmnium y ANC comenzaron a ... sembrar en cada villa catalana una mentira burda, pero que funciona, y más en tierra proclive al victimismo: España nos manga unos 30.000 millones anuales, con los que Cataluña sería uno de los países más ricos de Europa, no queda otra que la independencia. Por último, Junqueras y Puigdemont lanzaron la embestida final aprovechando la resaca de la crisis. Pincharon, porque el oso del Estado, que creían dormido, todavía tenía un ojo abierto y soltó un zarpazo. La izquierda hizo de tonta útil y adoptó una posición equidistante entre los separatistas y Rajoy, al que endosaron la mitad de la culpa, «por no dialogar». Con Sánchez llegaría el diálogo y bajaría «la inflamación». No ha funcionado, por supuesto. No quieren ver lo evidente: los separatistas solo se conformarán con su Estado. Nada que no sea eso les sirve. Sánchez ya paga su presuntuoso afán de acariciar al tigre: sus socios golpistas forzaron el adelanto electoral y ayer volvieron a morderle la mano con Iceta. No enreden. Para intentar que España siga unida solo existen dos herramientas: mantener el imperio de la ley y lanzar una ofensiva cultural y política pro española en Cataluña y País Vasco. Regalar más autogobierno es programar el suicidio de España a cámara lenta.

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