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Las dos Españas

NO me refiero a las de siempre, a la de izquierdas y a la de derechas, a la clerical y a la laica, a la centralista y a la periférica, que desde hace siglos vienen peleándose con ánimo cainita y una de las cuales ha ... de helarnos el corazón a los españoles, como dijo el poeta. Me refiero a la España trabajadora y a la ociosa, a la que se esfuerza y a la que holgazanea, a la que piensa y a la que vegeta, a la que brega y a la que espera la sopa boba. Porque esas dos Españas existen, conviven, por completo al margen de los idearios políticos o de las clases sociales. Las encontramos en todas las profesiones, oficios, partidos e incluso familias, resultando fácilmente reconocibles. Unos españoles se vuelcan en su trabajo, procuran hacerlo lo mejor posible y sacar el máximo provecho de ello. Otros centran su interés en el ocio, considerando el trabajo una carga, que procuran eludir en lo posible, sin que ello les cree el menor problema de conciencia. Suelen ser también los que más protestan, los que más reclaman, los que faltan a la oficina o al taller con cualquier tipo de disculpa, los que se buscan atajos para ascender, los que se las ingenian siempre para no dar golpe. Entre los ejemplares destacados de la especie está el sindicalista «liberado» de currar y el empresario que, más que producir, anda a la caza de las subvenciones gubernamentales o comunitarias. También merecen mención el que se ha agenciado un puestecillo cómodo gracias al carné y el que hace millones gracias a las conexiones con las altas esferas de los partidos.

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