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Editorial ABC

España no se defiende con palabras

El nacionalismo separatista ya no es un interlocutor político con el que se pueda o deba dialogar, sino una amenaza para España, y como tal debe ser tratado

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La mayoría separatista del Parlamento catalán podría aprovechar el Pleno de hoy para introducir la aprobación de la ley del referéndum previsto para el 1 de octubre . La modificación tramposa del reglamento de la Cámara prevé una auténtica emboscada a la oposición, maniatada ante ... un procedimiento parlamentario fulminante que anula el debate y el sentido mismo de la democracia parlamentaria. Si no es hoy, lo harán cuando más les convenga, sin atenerse a ninguna consideración de legalidad. Este desprecio constante a la ley y a las resoluciones judiciales por parte de los dirigentes separatistas está acreditado desde hace años y es el signo distintivo del denominado "procés". Nadie puede sentirse sorprendido ni engañado por los nacionalistas. Están siguiendo una pauta pública y notoria de agresión al Estado desde el propio Estado. Por eso, las advertencias que les dirige el Gobierno de que sus decisiones serán impugnadas ante el Tribunal Constitucional no surten efectos disuasorios. La respuesta al nacionalismo separatista no es un seminario de derecho administrativo, ni una reacción puramente legalista, sino que exige una acción política y constitucional inédita en su dimensión y en su gravedad. Quienes deben asumirla no deben escatimar sacrificios, ni temer la reacción nacionalista. Es hora de poner punto final a la viciosa práctica de dejar que sean los nacionalistas quienes decidan, con su teoría del victimismo, cómo y cuándo debe reaccionar el Estado.

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