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El PIB no admite demagogia

El negacionismo, en este caso de carácter económico, está en la raíz del descuadre entre las previsiones del Ejecutivo y la estadística del PIB, que el propio Gobierno ya trató de descalificar

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño EP
Editorial ABC

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Más que previsible, la diferencia entre el crecimiento del PIB registrado por el Instituto Nacional de Estadística en 2021 y las colosales previsiones del Gobierno no solo se debe a la dinámica de una pandemia imprevisible y cuyas sucesivas olas han contribuido a frenar ... el crecimiento, dentro y fuera de España, sino al empecinamiento del Ejecutivo que preside Pedro Sánchez en exhibir ante la opinión un cuadro macroeconómico de carácter triunfalista y alejado de la realidad, como también sucede en el resto de los ámbitos afectados por su gestión política, marcada por la irresponsabilidad, maquillada con elevadas dosis de propaganda y, finalmente, lesiva para ciudadanos y contribuyentes. Los planteamientos esdrújulos del Gobierno le permiten hacer «cosas chulísimas» (Yolanda Díaz) o anunciar, como hizo ayer el ministro de Seguridad Social, un «crecimiento altísimo» para este año. Habrá que esperar. El ejercicio anterior se saldó con una cura de humildad cuya traducción financiera ronda los 50.000 millones de euros. Tras la recesión de 2020, año que se cerró con una caída del 10,8 por ciento del PIB, esta variable invierte su rumbo y traza un crecimiento del 5 por ciento, la mayor de este siglo, pero muy por debajo -un punto y medio- de la inverosímil previsión del Gobierno. No es casual que el mismo Ejecutivo que traicionó las promesas políticas que hizo a su electorado durante la última campaña se abone a la farsa en el terreno económico y aplace de un año a otro y sin solución de continuidad la ‘recuperación justa’ que anuncian los carteles publicitarios de La Moncloa. Mentir sobre el separatismo -de traer a Puigdemont a indultar a sus cómplices- o sobre la alianza con el comunismo de Unidas Podemos no es muy distinto a cuadrar unas cuentas públicas a partir de la autocomplacencia y la indiferencia, cuando no el falseamiento, de las señales sobre las que desde hace meses alertaban los organismos internacionales y los reguladores internos.

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