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Jóvenes sin escudo social

La ‘reversión de derechos’ que marcó como dogma el Ejecutivo de Sánchez le impide actuar ahora con el rigor que exige la situación de más de un tercio de la juventud española

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Previas a su descanso estival, las dos últimas comparecencias del presidente del Gobierno han coincidido, y no de forma casual, con la publicación de las estadísticas de la EPA y el SEPE, de carácter trimestral y mensual, respectivamente, y en ambos casos muy positivas para ... un mercado laboral que se recupera del impacto que dejan las restricciones de la pandemia, aún activas de forma parcial en sectores tan relevantes para la economía como el ocio y la hostelería. Como en el proceso de vacunación, la otra variable que, junto al previsible crecimiento del PIB y el empleo, utiliza Pedro Sánchez para exhibir sus logros ante la opinión pública, el triunfalismo y la ausencia de autocrítica resultan demoledores. Por primera vez, España superó a Grecia la pasada primavera en los índices comunitarios del paro juvenil, con un 37 por ciento, cifra que duplica con creces la media europea (17 por ciento) y que sitúa a nuestro país a la cabeza del ‘ranking’ de vulnerabilidad en un sector de la población que resulta clave para la planificación de cualquier futuro, ya sea económico o puramente social. Pregonar las virtudes del ‘escudo’ que, inspirado por Unidas Podemos, el Gobierno desplegó el año pasado sobre las víctimas laborales de la pandemia no pasa de ser en esta coyuntura una perversa maniobra de encubrimiento. El problema del paro juvenil, de carácter estructural en España, muy anterior a la irrupción del Covid e incluso a la llegada de Sánchez y sus socios a La Moncloa, no se resuelve con demagogia, sino con reformas.

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