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Cornudos y apaleados

AYER fue un día triste para España. Uno de esos días, abundantes por desgracia en nuestra historia, en los que, entre la incompetencia de nuestros gobernantes y la desidia del gran público, se hieren los intereses del Estado y se humilla a la nación. El ... ministro de Asuntos Exteriores español fue a Gibraltar, no a recuperar la colonia, única excusa digna para que vaya allí un miembro del gobierno español, sino a formalizar con las «autoridades gibraltareñas» acuerdos sobre fiscalidad, servicios financieros, cooperación policial, judicial y aduanera, educación, visados, comunicaciones, seguridad marítima y protección medioambiental. He puesto «autoridades gibraltareñas» entre comillas porque, en buena ley nacional e internacional, las únicas autoridades que hay en la Roca son las británicas, comenzando por el gobernador. Pero con quien negoció Moratinos fue con un supuesto gobierno gibraltareño, marioneta de los británicos, sin ninguna representatividad, pero que nosotros se la estamos dando, al concederle voz y voto en un contencioso donde es objeto, no sujeto del mismo según todos los tratados vigentes y resoluciones de la ONU.

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