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De Bilbao a Rosas: condenar, comprender, pero compartir los fines

Cuando se trata de comprender el horror se está a un paso de formar parte del cuadro de figurantes que, con subterfugios dialécticos, allanan el camino hacia las fosas. Por eso no está de más, pese al oneroso cargamento de palabras que arrastra la historia ... criminal de ETA, recordar un concepto básico: si se está en contra del terrorismo no se pueden compartir los objetivos de los terroristas, de ahí la dificultad de dialogar no ya con quien mata sino con el que es incapaz de observar el abismo entre la condena y las especulaciones teleológicas sobre el asesinato. La secuencia de lo que ocurrió el sábado categoriza bien a las claras el diapasón de una nueva clase de conflicto en el que las víctimas son culpables. Bilbao se llena de menores manipulados que arrean estopa en el «frente callejero» probablemente a la misma hora en la que un par de «gudaris» preparan en Rosas, «enclave enemigo», lo que pudo haber sido una masacre. Cae bajo la metralla un «mosso d´Esquadra» en lo que sin duda es un nuevo éxito de la «lucha por la paz en Euskalherria», pues añade otro cuerpo policial al casi universal listado de objetivos militares. Horas más tarde, otro coche bomba estalla, esta vez de forma controlada, en Gandía. El coche de Cataluña llevaba matrícula valenciana. El de Gandía, placa de Barcelona. O sea, pues una nueva cumbre en la lógica terrorista: cincuenta kilos de dinamita de Grenoble para «Varcelona» (por Cataluña) y otros cincuenta para la fallera «Balencia». Todo esto sería un curioso divertimento si no fuera porque Santos Santamaría Avendaño, el agente de los «mossos», está muerto; si no fuera porque tras la humareda de los coches se atisba la imperturbabilidad de quienes hasta cuando hablan de los asesinados son capaces de aludir a las expectativas políticas de una supuesta mayoría de los vascos y de las vascas y hasta de los asesinos y las asesinas. Desde luego, hablan en otro idioma, pero no es euskera. Entre tanto, la sociedad catalana se apresta a hacer lo único que sabe en estos casos: condenar, colaborar y orar por sus muertos, los pasados y lo que estén por venir.

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