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bala perdida

El viejo no existe

Debiera ocuparle a todo político la vejez de la tribu, porque es el sitio donde se domicilia el futuro

Ángel Antonio Herrera

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La escuché la otra tarde a Yolanda Díaz algunos propósitos celestes para la vida incierta de los viejos. No me disgustó, pero ya veremos. Debiera ocuparle a todo político la vejez de la tribu, porque la vejez es el sitio donde se domicilia el futuro, ... y porque viejos seremos todos, incluido Mick Jagger. En las épocas de elecciones no se hace ni poco ni mucho caso al viejo, salvo promesas de golosina, porque el viejo suele estar de vuelta a la infancia, y si le asomas alguna confitería urgente que le alivie el rato, igual estás pillando un voto. Pero al viejo se le estafa, por lo general, o se le olvida, directamente. La vejez ya ha sido borrada del mundo, porque el mundo es el bachillerato en biquini de Instagram, y porque a los 60, o 70 años, hay quien abre matrícula en un gimnasio. Juan Espadas va cantando por el Guadalquivir las delicias del joven feminismo, Juanma Moreno va presumiendo de cordura y Macarena Olona desembarca en los mítines con algo de cabreo de folclórica. Pero no veo yo que alguien levante un buen párrafo donde se avale el grato provenir de los viejos, que es lo que somos todos en cuatro tardes. Tampoco en la caótica muchachada del rojerío. Los Stones resultan lo contrario a una residencia de ancianos, pero a la edad de Keith Richards lo preceptivo es gastar bastón, y no guitarra eléctrica. La moderna medicina avala que llegaremos a cumplir muchos años, y ese optimismo no trae sino la garantía de que todos vamos a vivir de perfectos enfermos. De modo que bien estaría que los políticos ya nos fueran anunciando algunos alivios en nuestro mañana de matusalenes con alegre pastillero. Desde la burocracia a la enfermería, o la residencia. Y las mejoras no aparecen. La Reina de Inglaterra sigue en el tajo, con varios siglos, y en España pronto seremos un familión de jubilados del ‘baby boom’, tan flojos de tesorería como pletóricos de achaques. Cotiza poco un viejo, ante las cacerías de votos. Como si no fuera el futuro que nos incluye.

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