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Enfoque

La última trampa del cacique

Maniobra de Maduro

Álvaro Martínez

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El chavismo se dispone a tender la última trampa de ese festival de engaños, miseria y despotismo zopenco que la dictadura chavista ha proyectado sobre el pueblo venezolano para su tormento. Nicolás Maduro se puso el pasado lunes a firmar indultos y ordenar excarcelaciones de ... ciento y pico presos políticos con los que ha ido poblando las ergástulas del régimen, la segunda dictadura de todo un continente detrás de la decana indiscutible, la Cuba castrista. Se trata de aparentar que las elecciones legislativas de diciembre serán limpias y libres, un imposible mientras Maduro y el resto de los cabecillas del tinglado sigan pilotando ese proceso. El objetivo es simular que todo ha cambiado para obtener el plácet de la comunidad internacional que mayoritariamente -y con la excepción de los países donde la democracia siguen siendo una quimera- reconoció hace dos años que Maduro es un usurpador que ocupa ilegítimamente la presidencia del país. Lo dejó bien claro ayer uno de los «agraciados» con el indulto, el diputado opositor Américo de Grazia, acusado de rebelión y de no se sabe cuántos fantasmagóricos delitos más que tuvo que refugiarse en la embajada de Italia para que el Sebin, el aparato torturador, no lo escabechara: «Ni Maduro es presidente, ni yo soy delincuente. Si usted quiere contribuir a la paz de Venezuela indulte al país de la usurpación del poder, renuncie a la ocupación fáctica de la tragedia que ha sometido a nuestro pueblo y quizás así tengamos algo que agradecerle», escribió en Twitter. Sabe De Grazia que si la mascarada electoral le sale mal a Maduro, los encarcela otra vez y santas pascuas.

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