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LA ALBERCA

La memoria en la nuca

Pactar con Bildu la ley de Memoria es como hablar con el Chapo de lo mala que es la droga

Alberto García Reyes

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Tras la muerte de Franco, ETA ha asesinado a 669 personas. Su ejercicio más sanguinario fue 1980 con 93 víctimas. Entre los caídos por la banda terrorista criminal hay doce socialistas: Germán González, Enrique Casas, Vicente Gajate, Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente, Fernando Buesa, ... Juan María Jáuregui, Ernest Lluch, Froilán Elespe, Juan Priede, Joseba Pagazaurtundúa e Isaías Carrasco. Pero ninguno de estos datos ha impedido a Pedro Sánchez pactar la ley de Memoria Democrática –repetimos, democrática– con Bildu, que esta misma semana se ha negado a apoyar un homenaje a Miguel Ángel Blanco en el Ayuntamiento de Pamplona. El relato de los criminales será el que quede en los libros de Historia gracias al oprobio del sanchismo, que ni por respeto a sus propios muertos ha sido capaz de anteponer la dignidad al poder. Llevamos días hablando del asalto a las instituciones: la Fiscalía, el Poder Judicial, Indra, el INE, el CIS, Correos, el Consejo de Estado, el CNI y lo que te rondaré, morena. ¿Pero qué se puede esperar de un presidente que concede a los asesinos de sus compatriotas el discurso del 'conflicto político' y demás blasfemias de su aliado parlamentario? Pactar con Bildu la ley de Memoria ¡Democrática! es como hablar con el Chapo Guzmán sobre el daño que hace la cocaína.

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