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Editorial ABC

El «Delcygate» ya es el caso Ábalos

Ábalos vive sobre una mentira, no sobre una negligencia. Haya prevaricado o no, todo se basa en un engaño masivo

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El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, está viviendo probablemente sus semanas más tensas en política. Su reunión nocturna en el aeropuerto de Barajas con Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de Nicolás Maduro, ya está judicializada. Y no es para menos, porque el episodio reviste aparentes ... caracteres de delito. De momento, una juez ha ordenado a AENA no destruir las grabaciones de seguridad para impedir que desaparezca información sensible sobre aquel encuentro. La medida para proteger pruebas es razonable, y el escándalo político mayúsculo. Hasta ahora, consta que Ábalos ha dado siete versiones contradictorias de la cita, de lo cual se deduce que al menos seis son falsas, si no lo son las siete. En este caso confluyen dos graves problemas para Pedro Sánchez. Hay, primero, una cuestión de fondo para esclarecer mil interrogantes sobre los motivos por los que está cambiando la relación diplomática de España con un régimen dictatorial y corrupto; por qué se trató de ocultar la visita de Rodríguez, quien tiene expresamente prohibido pisar suelo europeo; por qué el Gobierno está dando cobertura a una ilegalidad flagrante, o si el avión transportaba decenas de maletas que difícilmente pueden constituir un secreto de estado amparado por la valija diplomática. Este Gobierno, acostumbrado a despreciar las preguntas de los periodistas, y que impone sobre qué conviene interrogar a sus ministros porque solo La Moncloa sabe lo que interesa o no a los españoles, no solo no ha dado una respuesta coherente a nada, sino que además podría haber delinquido. Es muy grave.

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