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Michel Houellebecq: «Yo creo que podría haber sido psiquiatra sin problemas»

El escritor protagoniza «El secuestro de Michel Houellebecq», donde se interpreta a sí mismo secuestrado

Michel Houellebecq: «Yo creo que podría haber sido psiquiatra sin problemas»

miguel jorquera

Michel Houellebecq, el escritor incendiario, el incombustible hacedor de polémicas, el enfant terrible de las letras francesas, parece un espantapájaros mustio. Cuando fuma, su pelo se confunde con la ceniza, y, entre sus dedos corazón y anular (con los que sostiene el cigarro), dos manchas anaranjadas recuerdan el Betadine de la infancia. Un espectro similar, encontrado en el metro, nos asustaría como si de un espíritu telúrico se tratara. Pero es Michel Houellebecq y charla con HoyCinema en el patio de un céntrico hotel madrileño. Solo contamos con la incertidumbre.

En este ocasión, visita la capital para presentar una película que se estrenará el 29 de agosto, « El secuestro de Michel Houellebecq », dirigida por Guillaume Nicloux , quien también nos acompaña. Una cinta basada en un hecho real ( la desaparición del escritor durante unos días en plena promoción de una novela), en la que se interpreta a sí mismo. Ha probado la actuación y asegura «sentirse satisfecho» cuando se ve en la pantalla: «Interpretar un papel en esta película me ha quitado todas las ganas de hacer un documental sobre mí. Al final, la ficción es mucho más interesante».

Escritura y lucha libre

En la cinta, Houellebecq mantiene una curiosa relación con sus secuestradores: ellos son tipos rudos y sencillos, más aficionados a los deportes musculares que a Lovecraft. El escritor e s un secuestrado quisquilloso y saca de quicio a más de un captor. Sin embargo, es capaz de escucharles: «Cuando él me pregunta (uno de sus captores), «¿crees que puedes hacer un libro sobre alguien a quien le interese la lucha libre?» Y le digo que «sí», el tío se entusiasma. Es por eso que en gran medida he llegado a escribir libros, porque la gente me cuenta su vida con una facilidad pasmosa. Yo creo que podría haber sido psiquiatra sin problemas, y hago cosas que no hacen los psiquiátras. Hablemos de alguien a quien le gusta la lucha libre, y su mujer le da constantemente la tabarra y no puede hablar con sus amigos... si habla con un psicoanalista, le va a molestar porque le dirá que le hable de su padre... Pero claro, si él habla de esto a un escritor, sí que le interesa».

En este trabajo, Houellebecq no ha estado en soledad frente a un papel en blanco. Ha tenido que obedecer, seguir órdenes y trabajar sin un bolígrafo en la mano. Del rodaje, asegura que, más que aprender algo nuevo en él mismo, se han confirmado constantes de su personalidad: «En primer lugar, que aguanto bastante bien el alcohol. También que soy bastante sensible a lo que es la rectitud moral; es decir, si no tengo miedo al perro (en una escena de la película es atacado por uno), es porque me doy cuenta de que realmente tengo confianza en el adiestrador. Si él me dice, «lo voy a controlar», realmente tengo que creer y confío en lo que él me dice; y, en tercer lugar, y eso es más sorprendente, una ausencia total de dificultad para hacer las secuencias sexuales, lo que me ha preocupado un poquito». Ante este desparpajo, el director avisa: «la versión pornográfica saldrá dentro de un año».

Fotograma de la «El secuestro de Michel Houellebecq»

Uno de los revuelos que ha levantado la película ha sido en torno al género en la que encuadrarla. ¿Ficción, documental? El director, Guillaume Nicloux, huye de todas esas clasificciones: «Me cuestan estos términos genéricos, tengo un problema con ellos: un falso documental, ¿qué es? Es una percepción subjetiva. Yo veo muchos cuadros que la gente dice que son impresionistas y que a mí no me lo parecen en absoluto. Documental de ficción me parece una contradicción que digiero mal. Lo que sí creo es que me parece mucho más interesante abordar la verdad a través de la ficción. Inscribiendo y colocando a Michel en situaciones concretas, yo creo que llego mucho más clara y honestamente a la verdad de lo que es Michel que otro. Lo que me interesa es, sobre todo, Michel, y no Houellebecq».

La película sobre un supuesto secuestro ha sido la excusa para ofrecer a la persona y no al personaje: «Es una manera novelizada de presentar una realidad: cómo vive Michel, cómo respira, cómo reacciona ante una situación y en su día a día con las personas. Todo lo contrario de las tonterías que se dicen o que se pueden decir en los medios de comunicación sobre él o sobre personas como él. Y, en este caso concreto, la solemne estupidez que se dijo de su secuestro por Al Qaeda».

«Alcohólicos y pederastas»

Durante las largas conversaciones con sus captores, Houellebecq no se priva de nada: ni de bebida, ni de tabaco ni de decir lo que piensa. Eso incluye a sus compañeros intelectuales, de los que en un momento dado afirma que son «alcohólicos y pederastas». «Bueno, esos no son grandes defectos, suelen serlo», afirma entre risas cómplices con el director. «Me caen bien mis colegas. Es un gremio que tiene la ventaja de no ser nada hipócrita. Cuando la gente piensa algo bueno de un compañero lo dice, y cuando piensa algo malo también». Estas palabras no pasan desapercibidas ante Nicloux: «¿Tú crees que es así?» Respuesta: «Sí, es así. Y voy a contar una cosa. Cuando he formado parte de un jurado de cine, veía que había actores que no se podían aguantar, pero no se lo decían por si algún día les tocaba trabajar juntos; estaban haciendo el juego, cosa que no pasa con los escritores».

Permanece la duda de la sinceridad de sus palabras. ¿Dónde encontrar al Houellebecq más auténtico, en los libros, parodiándose a sí mismo en una película, refugiado en su casa del Cabo de Gata? ¿Dónde termina el personaje y empieza la persona? «Yo creo que hay que renunciar a la idea de que tengamos una personalidad, eso de tener una personalidad... no...no...», afirma el escritor.

Sea persona, personaje, o un ente de ficción como el Augusto Pérez de Unamuno, no deja indiferente. Hundido en la silla, con un chaleco azul marino sucio y una camiseta interior del mismo color, escucha las palabras finales del director: «En Francia hay que conservar la corrección política. Llegamos a discursos asépticos. Todo es llano, plano, aburrido... Michel es un ejemplo de aire fresco».

Michel Houellebecq y el director de la película, Guillaume Nicloux

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