«El secuestro de Houellebecq», un falso documental que triunfa en Tribeca

Pero lejos de ser un juego de espejos como el que proponía "I'm Still There", con Joaquin Phoenix, este filme dirigido por Guillaume Nicloux no esconde su mentira en ningún momento y la aprovecha para establecer una irónica charada intelectual, un retrato velado de un escritor que quizá quisiera desaparecer y que se ríe de su necesidad de entender en clave metafísica su privación de libertad.

Con el premio especial del jurado y el de mejor guión, este filme supone, además de un documento privilegiado sobre la personalidad esquiva del escritor francés, nacido en 1958, su reconciliación con un arte con el que ha tenido una relación de amor-odio.

El intento más ambicioso de llevar sus perturbadores textos al cine había sido el de Oskar Roehler, que presentó en la Berlinale de 2006 sus "Partículas elementales" con lo más granado del cine alemán en sus créditos. Moritz Bleibtreu ganó el Oso de Plata al mejor actor por el filme, pero los seguidores de Houllebecq vieron en ese filme alta traición al material original.

Así las cosas, que había dirigido un corto en los años setenta llamado "Cristal de souffrance" en los setenta en el que también participó como actor , decidió encargarse personalmente de la adaptación de "La posibilidad de una isla" en 2008.

Con Benoît Magimel y el español Jordi Dauder en el reparto, pocos vieron el filme, pero los que lo hicieron (se vio en el Festival de Sitges, en España) en general piensan que el gran público no se perdió gran cosa. En la biblia del cine online, la Internet Movie Database, la puntuación que recibe es de un 3,5 sobre 10.

Por eso, se esperaba con cierto temor este nuevo experimento cinematográfico, en el que como señaló el jurado al entregar el premio al mejor guión se unen "un vigoréxico, un gitano, una prostituta y un renombrado literato esposado en una mesa para cenar".

Por suerte "The Kidnapping of Michel Houellebecq" sale airosa de un ejercicio que coquetea con el esnobismo y en el que el autor se enfrenta a lo que podrían ser personajes de sus novelas y se da una nueva oportunidad como persona a sí mismo, consiguiendo una mezcla de farsa, metaliteratura y crítica a los medios de comunicación (que pronto hablan de la implicación de Al Qaeda en el secuestro), todo ello con un surrealista naturalismo. "Cuando el lenguaje de una película hace al espectador olvidarse completamente de que lo ve que es un guión escrito, el guionista merece un reconocimiento especial", concluyó el jurado.