Michel Houellebecq: «Soy vanidoso, busco el aplauso»
Anagrama reúne en un volumen bilingüe la producción poética del escritor francés
DAVID MORÁN
Hace apenas un año, cuando se dio a Michel Houellebecq por temporalmente desaparecido durante unos días, más de uno temió que el polémico escritor francés hubiese corrido la misma suerte que esa otra versión de sí mismo que asoma la cabeza en «El ... mapa y el territorio» o, peor aún, que hubiese perdido definitivamente la chaveta tras lograr el ansiado Premio Goncourt.
Pero no. Ni se había ido ni su cuerpo yacía despedazado en una remota casa de campo por lo que, felizmente superado aquel cíberbulo, aquí lo tenemos de nuevo, aparcando sus brutales irrupciones en la narrativa para reunir toda su obra poética en «Poesía» (Anagrama), antología bilingüe que recoge una producción hacia la que el francés parece sentir una especial simpatía. Mayor incluso que la que siente por sus novelas. «Si prefiero la poesía a la novela es porque es muy difícil de publicar. Es como un niño minusválido al que queremos más que al sano», señala el autor francés.
Tampoco es que su músculo poético abra una brecha insalvable con su universo narrativo, pero para él son dos cosas completamente diferentes. Es más: confiesa que si no fuese por lo poemas, quizá podría vivir perfectamente sin escribir. «Los poemas sí que no obedecen a mi voluntad, pero mi caso no es el de alguien que se siente en la necesidad de escribir todo el día. Podría vivir sin escribir, aunque no sin leer», apunta.
Cambiar e inventar
Dicho esto, si alguien piensa que Houellebecq escribe para poner orden en el mundo, dinamitarlo o incluso para alzar inquietantes y perturbadores faros morales, sepa que no van por ahí los tiros. «Soy vanidoso, busco los aplausos. Y escribir es divertido, sí, pero no lo hago por la escritura en sí, sino por la arquitectura de las frases. No estoy seguro de si hubiese seguido escribiendo sin la perspectiva del aplauso», reconoce un autor que, acostumbrado a lidiar con el malditismo y la polémica, no hace más que esforzarse en poner distancia entre él y sus personajes. «La autobiografía es una cosa muy seria que no me interesa. Prefiero inventar y cambiar las cosas».
Otra cosa que también cambia y de la que el propio autor es consciente es su mordaz e irónica manera de destripar el mundo, visión que empieza a cotizar a la baja en «El mapa y el territorio», obra con la que se embolsó el Premio Goncourt. «Mi primera novela, “Ampliación del campo de batalla” era un libro insolente. Con “El mapa y el territorio ”, en cambio, quería subyugar al lector y dormirlo, no tirarle jarros de agua fría», relativiza un Houellebecq que, una década después de sus polémicas declaraciones a «Lire» asegurando que el islam era «una religión peligrosa desde el primer día», prefiere no ahondar en el tema. «Ya lo he dicho, no voy a repetir las mismas cosas. Además, nada ha cambiando respecto al islam en Francia», zanja.
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