El «murmullo» de la vida urbana podría explicar la baja reproducción de los rinocerontes cautivos

Los gritos de los niños, el trasiego de los coches y el persistente «zumbido» de la vida urbana no pasan desapercibidos para los rinocerontes, el animal que más desarrollado tiene el sentido del oído.

Hasta ahora se había analizado el impacto de la dieta y la higiene de los rinocerontes en su salud reproductiva. Pero nunca los efectos negativos del ruido.

El centro de vida sivestre Fossil Rim , cerca de Glen Rose, ha sido el campo de trabajo de Suzi Wiseman y su equipo. Han recogido las diferentes frecuencias de sonido que los rinocerontes soportan durante una semana. Dicha reserva (de 1.700 acres de superficie) se encuentra bastante alejada de núcleos urbanos. «Parece muy tranquila, pero la mayoría de la gente no es consciente de los infrasonidos que nos rodean todo el tiempo. Y que los rinocerontes son capaces de captar», declara Wiseman.

La mayoría de los infrasonidos detectados son de origen natural (el viento, las aves y otros animales del lugar). Sin embargo, los investigadores también han identificado ruidos procedentes de las carreteras cercanas, de los aviones que sobrevuelan el área y del personal y los visitantes del parque.

No todas las fuentes de sonido han sido identificadas por completo. Por ello, Weisman ha comentado que quieren visitar más zoológicos para recabar más datos con los que poder establecer una conexión entre las particularidades del sonido y su influencia en la reproducción de los rinocerontes que viven en cautividad.

Weisman ha apuntado que es muy posible que los sonidos que resultan de las acciones del hombre podrían estar limitando el desarrollo natural de la reproducción de estos grandes mamíferos. Y ha propuesto a los zoos que tomen medidas al respecto, como por ejemplo, sustituir los vehículos a motor que circulan por ellos por vehículos eléctricos, situar a los rinocerontes en las zonas más tranquilas o levantar barreras que absorban el ruido más molesto.