tribunales
Anatomía de un intento de asesinato machista
El escrito de la Fiscalía contra un hombre acusado de matar a su mujer es estremecedor: le hizo una emboscada, huyó con ella en coche, perseguido por la Guardia Civil, y ella se tiró en marcha. Se enfrenta a 30 años de cárcel. Este es el relato detallado
La Sección 27ª de la Audiencia Provincial de Madrid celebra hoy y mañana el juicio contra Ernesto M. R. por la supuesta comisión de un delito de detención ilegal en concurso ideal de homicidio en grado de tentativa , otro delito de amenazas, un tercer ... delito de atentado con uso de arma y una falta de lesiones. El Ministerio Público solicita para él una pena total de 30 años y un mes de prisión.
Según la Fiscalía, el procesado, de 59 años en la actualidad, se encontraba en el momento de los hechos en proceso de separación conyugal, ya que el 5 de marzo de 2009 abandonó el domicilio familiar junto con los dos hijos mayores de edad del matrimonio.
Ernesto M. decidió entonces la muerte de su mujer y para ello ideó un plan que consistía en trasladarla contra su voluntad a un lugar no determinado para, una vez allí, dispararle con un arma de fuego. Así, antes de las 7 de la mañana del 18 de octubre de 2010, el procesado estacionó su furgoneta en las proximidades del domicilio de la mujer, María de la Soledad, en Las Rozas.
Llevaba en el interior del vehículo un tubo de desagüe de PVC de 110 centímetros de longitud por 9 centímetros de diámetro tapado por bolsas de basura en cuyo interior ocultaba una carabina semiautomática marca Anschütz, con cargador para diez cartuchos, culata recortada y un sistema de silenciador. Esta arma había sido preparada con antelación por el procesado para llevar a cabo su acción y se encontraba en el momento de los hechos en perfecto estado de funcionamiento.
La celada En Las Rozas
Sobre las 10.40 horas, al ver llegar a su mujer al domicilio, el hombre se bajó de la furgoneta con el referido tubo en la mano y obligó a la mujer a subir a ella con la amenaza de que llevaba un rifle y de que, de hacer caso omiso a su orden, le dispararía.
La mujer subió al vehículo y aprovechó un descuido de su captor para llamar por el teléfono móvil a su hijo y advertirle de la situación. El joven llegó al lugar en breve espacio de tiempo, encontrando a su madre retenida en interior de la furgoneta y a su padre en la calle a pocos metros del vehículo.
El procesado amenazó a su propio hijo con pegarle un tiro, subió a la furgoneta y se dio a la fuga.
El joven les siguió con su motocicleta al tiempo que llamaba a la Guardia Civil de Las Rozas, comunicando lo sucedido, la ruta que seguía el secuestrador y los datos del vehículo.
Al darse cuenta el acusado de que su hijo les seguía, obligó a la mujer, amenazándola de nuevo con disparar el arma, a gritar al joven que dejara de hacerlo. El hijo se vio obligado entonces a seguirles desde una distancia mayor hasta que les perdió.
Huida hacia El Escorial
El acusado continuó entonces la marcha por la carreta M-505, dirección El Escorial y los agentes de la Guardia Civil localizaron la furgoneta del acusado a la altura del punto kilométrico número 5 de la carretera.
Cuando el procesado se percató de que estaba siendo seguido, esta vez por efectivos policiales, perdió los nervios, gritó «¡Esto no puede seguir más!» y cogió de nuevo el tubo de PVC con la carabina en su interior dispuesto, supuestamente, a terminar con la vida de María de la Soledad.
La mujer, viendo el serio riesgo que corría su vida, se tiró del vehículo en marcha, rodando por el suelo y golpeándose en cadera, cabeza y muñecas. A continuación, el acusado paró en seco la furgoneta, momento en el que los dos vehículos de la Benemérita, uno con distintivos oficiales y otro camuflado, se apostaron a unos metros.
La detención
Uno de los agentes se bajó de uno de los vehículos para socorrer a la mujer. Ernesto entonces disparó su carabina contra ellos dos con el claro ánimo de causarles la muerte pero sin alcanzarles. Después realizó hasta un total de ochos disparos contra el resto de los agentes que ya habían descendido de los coches.
Los guardias civiles repelieron la agresión realizando cada uno de ellos tres disparos, alcanzado uno de ellos en el antebrazo derecho del acusado.
Finalmente, el agresor soltó el arma dijo que se rendía y bajo de la furgoneta en la que se encontraba parapetado. No obstante se negó a ser detenido y engrilletado por lo que tuvo que ser reducido por la fuerza por los agentes, mientras éste no paraba de lanzar puñetazos y patadas a los uniformados. Uno de los agentes resultó lesionado en el transcurso del forcejeo.
El procesado se encuentra en prisión provisional desde el mismo día de los hechos.
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