El Rey, «uno más» en las bodas de plata de su promoción de la Armada en Marín
Don Felipe preside el aniversario de su promoción junto a casi ochenta compañeros. El Monarca durmió en la Escuela Naval Militar a su regreso de Estados Unidos tras cenar en la cercana localidad de Combarro
El Rey, «uno más» en las bodas de plata de su promoción de la Armada en Marín
Don Felipe regresó este viernes por primera vez como Rey a la explanada de donde hace veinticinco salió como alférez de navío. Volvía como mando supremo de las Fuerzas Armadas al lugar en el que en 1989 se graduó como oficial de la Armada. ... Y así lo recibieron veintiuna salvas de ordenanza en la ría de Pontevedra. Del mástil de la Escuela Naval Militar de Marín colgaba el guión carmesí con su escudo que señalaba quién era la máxima autoridad en el recinto. [ Galería: Don Felipe celebra los 25 años de su promoción ]
Llegó junto a la Reina tras su viaje a Estados Unidos . Les esperaban los compañeros de promoción del Monarca para celebrar las bodas de plata de la entrega de los reales despachos. Los setenta y nueve integrantes renovaron su juramento y volvieron a besar la bandera, incluido el Rey, «uno más» de la Brigada del 89 cuyo apodo, «los camellos», recuperaron al rememorar vivencias.
Fue el momento central de un acto castrense íntimo y, por tanto, sin presencia de autoridades civiles, de una hora de duración y bajo un sol tan atípico a finales de septiembre en Galicia, que dos de los actuales alumnos sufrieron ligeros mareos. Antes, se ofició una misa privada a la que Don Felipe —que cumplía cien días de Reinado — asistió sin Doña Letizia. El Rey había dormido en la Escuela, mientras que la Reina voló esa misma mañana para acompañar a su marido en la ceremonia, al igual que un centenar de familiares.
«Dedicación y cariño»
El capitán de fragata José Luis Nieto, como número 1 de la Brigada del 89, fue el encargado de hablar en nombre de toda la promoción. «Muchísimas cosas han cambiado durante estos años, solo nos hace falta mirarnos al espejo», y elogió la capacidad de adaptación de la Armada, en especial en los retos en el exterior. Nieto agradeció «la magnífica formación militar y técnica», pero sobre todo la enseñanza «en valores. Aquí aprendimos el significado de palabras como lealtad, obediencia, integridad y espíritu de servicio, norte de todas nuestras actuaciones».
Entonces hizo especial alusión al «tercer año de Guardiamarina» en el que participó Don Felipe: «No hay duda de que fue uno de los más gratificantes de nuestra carrera, seguramente porque en el buque "Juan Sebastián Elcano" aprendimos lo que significa el trabajo en equipo, el compañerismo y la vida en la mar», evocó Nieto. «Majestad, muchísimas gracias por vuestra constante dedicación y cariño hacia la Brigada, que entendemos que no es más que cariño a la Armada».
Con la «Marcha de Infantes», vestidos con el uniforme diario de verano, pasó revista al Batallón de quienes hoy se forman en Marín. El capellán rogó a la Virgen del Carmen, patrona de la Armada, ayuda en el «timón» secundada por la «Salve Marinera». También se rindió homenaje a los militares fallecidos, cuatro de ellos pertenecientes a la promoción del Rey y dos de cuyas familias participaron en la conmemoración de la que también se ausentó Alejandro Cuerda, quien se encuentra en una misión en el extranjero.
Recuerdo a Don Juan
El almirante de Personal de la Armada, José Antonio Riestra, fue quien recibió a los Reyes, que volvían a Galicia por segunda vez en diez días y por tercera en su Reinado, lo que la convierte en la Comunidad más visitada desde su Proclamación. Quien en su discurso le deseó «éxitos para su Reinado» fue el comandante director de la Escuela Naval Militar de Marín, el capitán de navío Juan Luis Sobrino, quien además recordó que fue Don Juan, el abuelo del Rey, quien presidió la graduación de su nieto un cuarto de siglo antes.
La fotografía de familia —tanto con los compañeros de promoción como con las familias— cerró un festejo que todavía continuó varias horas sin libretas de notas ni cámaras de televisión. Don Felipe, ya con la gorra de plato bajo el brazo, capitaneaba a una tropa de, sobre todo, viejos amigos.
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