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Columbia aconseja no citar los cables de Wikileaks a sus alumnos de diplomacia

La universidad neoyorquina recomienda a sus estudiantes de relaciones internacionales, candidatos potenciales al servicio diplomático, no citar ni escribir sobre los cables filtrados para evitar que sea utilizado en su contra en los procesos de admisión

Columbia aconseja no citar los cables de Wikileaks a sus alumnos de diplomacia abc

borja bergareche

La batalla de Wikileaks ha llegado a las aulas. La oficina de ayuda profesional de la Escuela de Relaciones Internacionales ( SIPA ) de la universidad de Columbia envió un email a los alumnos el pasado día 30 de noviembre con unas recomendaciones que han desatado una fuerte polémica en la comunidad académica. El correo difunde los consejos de un ex alumno que trabaja ahora en el departamento de Estado: « Él recomienda que NO (en mayúscula en el email original, al que ha tenido acceso ABC) incluyáis links a estos documentos ni hagáis comentarios al respecto en redes sociales como Facebook o en Twitter. Cualquiera de estas actividades podría poner en cuestión vuestra capacidad de gestionar información confidencial».

La transmisión del consejo a potenciales aspirantes a los exámenes del Servicio Diplomático, en una de las escuelas que forman cada año a futuras élites internacionales de más de 90 países, despierta un nuevo aluvión de interrogantes y abre el flanco académico de la revolución diplomática en curso. «Dice muy poco del gobierno de los Estados Unidos que piense que quienes algún día serán los ojos y los oídos de América deban quedar ahora ciegos y sordos ante esta fuente de información», explica Thomas Lansner, antiguo profesor de Comunicación de la facultad. «Y deja en peor situación aún a cualquier institución educativa que se convierta en facilitadora de semejante intimidación insidiosa», añade.

La polémica desatada en las aulas y en los pasillos llevó al decano de la facultad, John H. Coatsworth, a aclarar el caso en un email a los alumnos del pasado día 6, en el que justifica la «advertencia» circulada por la oficina de colocación a la vez que denuncia que el departamento de Estado no haya publicado aún una «guía para aspirantes a diplomáticos» que pudiera aclarar qué hacer en este tipo de situaciones.

Reacción del decano

«La posición de SIPA es que los estudiantes tienen el derecho a discutir y debatir cualquier información que esté en la arena pública y que consideren relevante para sus estudios o para su papel como ciudadanos globales, y a hacerlo sin temor a consecuencias adversas», concluye el decano. «Los documentos de Wikileaks son accesibles a los alumnos en una multitud de fuentes respetables, al igual que muchos otros medios y materiales para la discusión, dentro y fuera del aula», concluye.

«Un mundo de transparencia total no es un sueño, es una pesadilla»

Antiguos y actuales alumnos debaten con pasión el tema desde hace días. «En la medida en que un cable revele mentiras e ilegalidades, la filtración puede ser una forma aceptable de informar al público; pero, en la medida en que los cables revelan interacciones diplomáticas ordinarias -confidenciales por razones del todo legítimas-, su filtración o cita en un comentario no está justificada », explica a ABC un ex alumno miembro del servicio diplomático de un país europeo. «Un mundo de transparencia total no es un sueño utópico, es una pesadilla», dice.

Otro antigua alumno, que ha trabajado para la ONU y para el gobierno británico, discrepa: «El papel de la administración de SIPA aquí es dilucidar cómo ese material puede convertirse en un excelente recurso académico. No debemos discutir si el material debiera haberse hecho público o no sino cuál es el deber de los académicos y los ciudadanos una vez que se ha producido la filtración».

Aunque muchos dudan de que la filtración vaya a suponer un cataclismo en las relaciones entre Estados, la última gamberrada pro transparencia de Wikileaks pone en cuestión el sistema de clasificación y comunicación documental del departamento de Estado (las arterias del servicio diplomático de la superpotencia). Y además, como se ve ahora, también altera el estatus académico de potenciales aspirantes al ministerio, que han visto cómo el «tsunami Assange» convertía sus cándidos materiales de estudio en declaraciones que serán utilizadas en su contra.

Un veterano miembro del claustro, Gary G. Sick, miembro del Consejo de Seguridad Nacional durante la Admistración Carter, ha retado públicamente al clima de intimidación desatado: «Pienso usar los cables cuando comience mi curso sobre el Golfo Pérsico el semestre siguiente, aunque no usaré algunos que me consta que ponen en riesgo la seguridad nacional y la de ciertas personas», explica a ABC.

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