Más de 200 mujeres fueron violadas en el Congo los primeros días de agosto

Como reconocía el representante especial de la ONU para la región, Roger Meece, los «cascos azules» recibieron el pasado 30 de julio noticias de la presencia de guerrilleros Mai-mai y de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda en la zona, pero en ningún momento tuvieron indicación alguna de que estaban preparando un ataque contra la población civil.

De igual modo, Meece aseguraba que en días posteriores, patrullas de la Monusco (la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en el Congo) visitaron las aldeas de Kibua, Mubi y Pinga , aunque sus habitantes no denunciaron que habían sido blanco de un ataque.

Una nueva demostración de las miserias de este contingente internacional, quizá el más odiado del planeta, y cuyo historial lo cierto es que cuenta con demasiados claroscuros.

En 2008, una investigación interna de la propia ONU reveló que «cascos azules» indios habrían cometido abusos sexuales contra miembros de la población. De igual forma, soldados paquistaníes estarían implicados en una trama de venta de armas al grupo rebelde Frente Nacionalista e Integracionista a cambio de oro procedente de los yacimientos de la zona.

Un «éxito» operativo al que recientemente se ha unido otra polémica: la publicación por parte de la ONU de un informe que acusa al Ejército ruandés del asesinato de miles de hutus que se refugiaron en el vecino Congo tras el genocidio de 1994.