La tragedia aérea de la India cuestiona de nuevo a Boeing
La tragedia del vuelo AI171 estalla en un momento especialmente crítico para Boeing, una compañía sometida a un creciente escrutinio internacional tras una serie de incidentes graves
Vishwash Kumar Ramesh, el superviviente del asiento 11A

Ningún residente de Ahmedabad olvidará la dramática escena de devastación de este jueves en esta localidad del estado indio de Gujarat. A pocos minutos del despegue, un Boeing 787-8 Dreamliner de Air India con destino a Londres Gatwick cayó en picado sobre un barrio ... residencial, estallando en una bola de fuego que redujo a escombros varias edificaciones y dejó más de 260 muertos según las últimas cifras. Entre los fallecidos se encontraban médicos residentes que dormían en el alojamiento del BJ Medical College, que fue alcanzado de lleno por parte del fuselaje. Decenas de personas resultaron heridas y un único pasajero, Vishwash Kumar Ramesh, ciudadano británico de origen indio, logró sobrevivir al impacto. El vuelo AI171 transportaba a 242 personas, entre ellas 169 ciudadanos indios, 53 británicos, siete portugueses y un canadiense. Solo uno de ellos sobrevivió.
Imágenes de vídeo muestran cómo el avión logra despegar y asciende durante unos segundos antes de estabilizarse y, sin llegar a ganar altitud suficiente, comienza a descender lentamente. Luego, una explosión. En esos instantes finales, el comandante Sumeet Sabharwal, piloto con más de 8.200 horas de vuelo, emitió un mensaje de socorro. Después, al hospital civil de Ahmedabad los cuerpos fueron llegando durante horas, la mayoría irreconocibles por causa del fuego y las autoridades esperan que la cifra final de víctimas aumente.
El avión siniestrado, con matrícula VT-ANB, era un Boeing 787-8 Dreamliner entregado a Air India en enero de 2014. Había volado más de 41.000 horas y realizado cerca de 8.000 despegues y aterrizajes, según la firma de análisis aeronáutico Cirium. Se trataba de un aparato con historial operativo activo y sin incidentes conocidos. Air India, cuya flota actual ronda los 190 aviones, opera regularmente este tipo de aeronaves en sus rutas internacionales. En el caso del 787, más de 1.100 unidades están en operación en todo el mundo, con una edad media de servicio de 7,5 años. Hasta ahora, el modelo ha sido considerado seguro, sin accidentes registrados desde su introducción en 2011 y transporta cada día a cerca de 400.000 personas en todo el mundo.
Sin embargo, la tragedia del vuelo AI171 estalla en un momento especialmente crítico para Boeing, una compañía sometida a un creciente escrutinio internacional tras una serie de incidentes graves relacionados con la seguridad de sus aeronaves. Aunque no existen aún indicios de que la causa del siniestro esté directamente relacionada con un fallo de diseño o fabricación, el simple hecho de que se trate de un Dreamliner sitúa a Boeing nuevamente en el centro del debate.
La empresa aún no ha salido del período de crisis abierto tras los accidentes de dos aviones 737 Max, uno de Lion Air en 2018 y el de Ethiopian Airlines en 2019, que dejaron un saldo conjunto de 346 víctimas mortales. Esas tragedias revelaron problemas fundamentales en el software de control de vuelo y en los procesos de certificación, y dieron lugar a múltiples investigaciones y demandas legales. Apenas el mes pasado, Boeing llegó a un acuerdo por valor de 1.100 millones de dólares, unos 963 millones de euros, con el Departamento de Justicia de Estados Unidos para evitar un juicio penal por su responsabilidad en aquellos siniestros. La empresa admitió deficiencias y se comprometió a reformas estructurales, aunque defendió que sus productos son seguros.
El fabricante también estuvo en el centro de la polémica cuando, en enero de 2024, un panel de una puerta de emergencia de un 737 Max 9 de Alaska Airlines se desprendió en pleno vuelo, dejando una apertura en el fuselaje y poniendo en riesgo la vida de los pasajeros. El incidente llevó a la Administración Federal de Aviación (FAA) a inmovilizar temporalmente varias aeronaves del mismo modelo y a ordenar auditorías en las plantas de producción, tanto de Boeing como de su proveedor clave, Spirit AeroSystems. Estas inspecciones detectaron «fallos sistemáticos en los procesos de control de calidad», según afirmó la FAA en su informe de seguimiento.
Ahora, el accidente del Dreamliner en la India revive un episodio relacionado con este mismo modelo. En 2017, John Barnett, un inspector de calidad con más de tres décadas de experiencia en Boeing, denunció públicamente una supuesta cultura de ocultamiento sistemático de defectos en la planta de North Charleston, Carolina del Sur, donde se fabrican muchas de las unidades del 787, aunque no esta. Barnett, según medios estadounidenses y británicos, presentó una demanda en 2021 en la que alegaba que la empresa había ignorado fallos en sistemas críticos, y que incluso se llegaron a instalar piezas rescatadas de contenedores de residuos.
«Dejar pasar los problemas»
Barnett declaró entonces que sus superiores le presionaron para que «dejara pasar» los problemas, ya que corregirlos costaría demasiado dinero o implicaría retrasos, y aseguró que fue apartado de su puesto cuando insistió en que fueran consideradas sus preocupaciones. En marzo de 2023, Barnett fue hallado muerto con una herida de bala en un aparcamiento de hotel en Charleston, en lo que la policía describió como un suicidio. Boeing sostuvo que las cuestiones señaladas por Barnett fueron revisadas antes de que saliera de la empresa y que no comprometían la seguridad de los aviones. No obstante, aquella denuncia añade una capa de tensión a la actual investigación.
Mientras tanto, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) de Estados Unidos ha ofrecido su colaboración técnica a la India, y Boeing, por su parte, emitió un escueto comunicado en el que señala que está en contacto con Air India y su disposición para cooperar.
Las repercusiones de esta tragedia se sienten también en el aeropuerto londinense de Gatwick, donde debía aterrizar el avión casi diez horas después de su despegue y que ha activado un centro de apoyo para familiares. El primer ministro, Keir Starmer, expresó su pesar por el incidente, y calificó las imágenes del siniestro como «devastadoras», mientras que el ministro de Exteriores, David Lammy, declaró que está «profundamente triste» por la noticia y confirmó que se han activado equipos de crisis tanto en Delhi como en Londres.
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