Scholz reconoce que el Gobierno alemán está en parálisis técnica
El canciller alemán, ante el pleno del Bundestag, asume que el país entra en «una nueva realidad», que dificultará la «consecución de nuestros objetivos»
El Constitucional alemán tumba el presupuesto en la sombra de Scholz y debilita aún más a la 'coalición semáforo'
Scholz, la mañana del martes en el Bundestag
Durante los largos meses en los que la creatividad contable de su Gobierno ha estado en los titulares y en los tribunales, el canciller alemán Olaf Scholz daba a entender, con su sereno silencio, que contaba con un plan, alguna hoja de ruta que ... le permitiría salir finalmente airoso. En su comparecencia ante el pleno del Bundestag tras la sentencia del Tribunal Constitucional, que ha tumbado sus presupuestos generales de 2023 y vuelto del revés el proyecto para 2024, Scholz ha sido incapaz, sin embargo, de articular una respuesta.
En lugar de un discurso político, se ha limitado a exponer las numerosas dificultades por las que Alemania ha atravesado en las últimas crisis, que no son diferentes a las que han afrontado el resto de los países, y a desglosar una retahíla de datos técnicos presupuestarios en los que no hay brizna de visión. «Este fallo crea una nueva realidad, para el Gobierno federal y para todos los gobiernos actuales y futuros, federales y estatales, una realidad que dificulta la consecución de objetivos importantes y ampliamente compartidos para nuestro país», ha reconocido. La situación es de parada técnica por falta de presupuesto y ha sugerido peligrosamente una intromisión del Constitucional en la tarea del Ejecutivo.
Ni si quiera ha defendido, sino que se ha limitado a exponer, el parche técnico con el que ha decidido recuperar al menos en parte los presupuestos generales de 2023, consciente seguramente de que la nueva «situación de emergencia» decretara por su Gobierno difícilmente superaría tampoco un examen judicial escrupuloso, y ha anunciado medias de impacto severo en el bolsillo del alemán de a pie, como la interrupción a partir del 1 de enero de las medidas de freno a los precios de la energía.
Alemania se enfrenta a «desafíos que nuestra república probablemente nunca antes había experimentado en esta concentración y severidad», ha justificado, «pero para los ciudadanos sigue siendo válido lo siguiente: nunca caminarás solo, lo prometí el año pasado y así seguirá siendo«. Scholz no ha hecho en su discurso ni una sola alusión al «Zeitwende» (Punto de Inflexión»), que resume el impulso en el que basó esta legislatura y para el que no queda dinero.
'Coalicuión semáforo'
En el posterior debate, ha quedado en evidencia que los partidos que forman la 'coalición semáforo' no están de acuerdo, al menos por ahora, en el camino a seguir a partir de ahora. Dado que el freno a la deuda pública que consagra la Ley Fundamental alemana ha resultado un obstáculo para sus planes, el SPD y Los Verdes han hecho un llamamiento a reformar la Constitución.
«No podemos gestionar la crisis con el presupuesto normal», ha defendido la copresidenta del SPD, Saskia Esken. «Queremos modernizar el freno de la deuda», ha concretado la presidenta del grupo parlamentario verde, Katharina Dröge. Por el contrario, el líder del grupo parlamentario liberal (FDP), Christian Dürr, rechaza cualquier cambio. Por parte de la oposición, ha reprochado a Scholz la «vergonzosa» y «ridícula» «situación en la que ha puesto a la cuarta economía del mundo» y ha comparado el actual Gobierno, con resultado lamentable, tanto con los gobiernos históricos de la CDU como con los gobiernos encabezados por el SPD desde la fundación de la República, incluido el de Gerhard Schröder.
Papel constructivo
Friedirch Merz, el líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que no es precisamente un parlamentario brillante, se ha crecido sin embargo ante el tétrico panorama. Ha exhibido disposición a jugar un papel constructivo en esta crisis presupuestaria y ha recordado que su partido ha votado favorablemente en el Bundestag más de la mitad de las leyes presentadas hasta el momento, «pero ni se les pase por la imaginación, si lo piensen siquiera lejanamente, que vamos a permitir que se toque el freno a la deuda».
Se refería a las alusiones a diferencias internas en su partido al respecto: mientras la dirección y las bases se oponen firmemente, algunos destacados miembros en puestos de responsabilidad gubernamental, como el presidente regional de Berlín, Kay Wegner, se han mostrado abiertos a la reforma.