El 27 de enero se conmemoran 80 años de la liberación de los campos de concentración y exterminio de Auschwitz, por los que, a lo largo de cinco años, entre 1940 y 1945, pasaron 1.300.000 personas. La amplia mayoría murieron allí. Los horrores del nazismo se repitieron en 44.000 campos durante el Holocausto, pero quizás Auschwitz sea el más reconocible, el tétrico símbolo en la memoria de uno de los episodios más oscuros de la Historia reciente.
Por sus casi dos kilómetros cuadrados pasaron un millón de judíos; el resto de víctimas, unas 120.000, eran gitanos, comunistas, homosexuales o ciudadanos de países como Francia o Polonia.
Ochenta años después de la liberación del campo, 850 trabajadores del laboratorio de conservación en el recinto del Memorial y Museo de Auschwitz trabajan en la conservación y reparación de los objetos requisados a los presos: maletas, zapatos, cartas, bolsos... Al detenerles, los nazis confiscaban a los prisioneros todo tipo de útiles personales, despojándoles de cualquier propiedad. Ni siquiera vestían su propia ropa; se les rapaba, se vaciaban sus casas, se separaba a las familias. La deshumanización era total.
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