Pekín sanciona a seis empresas estadounidenses ligadas a la defensa
China acusa a las compañías de poner en riesgo su seguridad nacional y les prohíbe comerciar e invertir en el país asiático
Trump y Xi afianzan la tregua entre China y EE.UU. y se abren a un encuentro bilateral
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, junto a su homólogo chino, Xi Jinping, el pasado 2019
Pekín anunció este jueves la imposición de nuevas sanciones comerciales contra seis compañías estadounidenses, en un movimiento que refleja el pulso constante entre China y Estados Unidos en plena preparación de un encuentro bilateral al más alto nivel.
El Ministerio de Comercio chino ... comunicó que tres empresas han sido incorporadas a la llamada «lista de entidades no fiables», lo que supone la prohibición de llevar a cabo operaciones de importación, exportación o nuevas inversiones en territorio chino, tal y como informa el medio 'Global Times'. Las empresas afectadas son: Saronic Technologies, especializada en vehículos marítimos no tripulados; Aerkomm, proveedora de soluciones en tecnología satelital; y Oceaneering International, dedicada a la ingeniería submarina y robótica aplicada a sectores como la defensa y la aeronáutica. Según Pekín, estas compañías han colaborado con Taiwán en el ámbito técnico-militar, «socavando gravemente la soberanía y los intereses de seguridad de China».
En paralelo, el Ministerio anunció que otras tres compañías estadounidenses han pasado a engrosar la lista de control de exportaciones de bienes de uso dual (civil y militar), lo que restringirá de forma drástica sus operaciones con empresas chinas. Las firmas afectadas son el astillero Huntington Ingalls Industries (HII), constructor de buques militares; Planate Management Group, dedicada a la ingeniería y con contratos con el Departamento de Defensa estadounidense; y Global Dimensions LLC, proveedora de servicios de interpretación, inteligencia y apoyo logístico a las Fuerzas Armadas. Estas restricciones implican la cancelación de contratos en curso y la obligación de solicitar autorización expresa para eventuales transacciones futuras «bajo circunstancias especiales».
El Ministerio de Comercio defendió la medida como necesaria para «proteger la seguridad nacional y los intereses de China» y, al mismo tiempo, «cumplir con compromisos internacionales como los relativos a la no proliferación de armamento». El Gobierno subrayó además que la lista se gestiona «con prudencia», y que las entidades extranjeras que actúen de manera legal «no tienen de qué preocuparse».
La decisión llega en un momento particularmente sensible. Hace apenas una semana, los presidentes Xi Jinping y Donald Trump mantuvieron una conversación telefónica de casi dos horas, en la que abordaron, entre otros asuntos, la situación de la aplicación TikTok, que Washington presiona para transferir a inversores estadounidenses. Ambos líderes tienen previsto reunirse en noviembre al margen de la próxima cumbre de la APEC en Corea del Sur.
Además, esta misma semana una delegación de congresistas estadounidenses visitó China por primera vez desde 2019. La misión, encabezada por Adam Smith, demócrata de mayor rango en la Comisión de Defensa del Congreso, mantuvo encuentros con figuras clave como el primer ministro Li Qiang y el ministro de Exteriores Wang Yi, quien calificó el viaje de «rompehielos».
Los expertos apuntan a que el alcance práctico de estas sanciones podría ser reducido dado que muchas de las empresas estadounidenses afectadas tienen una presencia marginal en el mercado chino, según informa el diario 'South China Morning Post'
Para Nick Marro, economista principal de la Economist Intelligence Unit, declaró para el mismo medio que el gesto de Pekín es «incómodo» de cara a las negociaciones en marcha, pero no lo suficientemente fuerte como para descarrilar los contactos. «Más que un golpe a la relación comercial, se trata de una reafirmación del principio de que Taiwán constituye una línea roja para China», señaló.
En la misma línea, el investigador Sacha Courtial, del Institut Jacques Delors, sostuvo que la medida no debe interpretarse como un nuevo capítulo de la guerra comercial arancelaria, sino como «una advertencia dirigida a Washington para que se abstenga de involucrarse en los asuntos de Taiwán».
La última vez que China adoptó sanciones similares contra compañías estadounidenses fue en abril, como respuesta a la escalada arancelaria y estuvo a punto de paralizar el comercio bilateral. Tras una breve tregua pactada en mayo en Ginebra y reforzada después en Estocolmo, parecía que el diálogo volvía a encauzarse. Sin embargo, el anuncio de este jueves muestra que, pese a los contactos recientes, la relación entre Pekín y Washington sigue marcada por tensiones profundas y estructurales.
Ver comentarios