de lejos
Mister Gorbachov
El último líder de la URSS transformó el mapa de Europa e hizo posible el final de la Guerra Fría
Muere Mijaíl Gorbachov, el hombre que liquidó la URSS y firmó el fin de la Guerra Fría
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Iniciar sesiónEn todas las convenciones nacionales del Partido Republicano de Estados Unidos hay un momento apoteósico que no falla nunca. Los aplausos atruenan y las emociones se multiplican cuando se repite el inolvidable vídeo de Ronald Reagan en Berlín occidental diciendo junto a la Puerta ... de Brandemburgo aquello de «Mister Gorbachov, tear down this wall» (Señor Gorbachov, derribe este muro).
La gran ironía es que esa frase que ha pasado a la historia como una exigencia era más bien una invitación. Tras la muerte de Brezhnev, la gerontocracia soviética solo fue capaz de generar efímeros secretarios generales del Partido Comunista más poderoso del mundo. A un líder por año, primero Andropov y después Chernenko, el presidente Reagan quería entablar un diálogo con Moscú, pero se quejaba de que sus enfermizos interlocutores no hacían más que morirse.
La precariedad en el Kremlin, y la imposibilidad de entablar un diálogo constructivo, terminó con la elección de Mijaíl Gorbachov. Sus seis años y 166 días en el poder no solamente transformaron el mapa de Europa resquebrajado tras la Segunda Guerra Mundial sino que hicieron posible el final de la Guerra Fría y su apocalíptica amenaza nuclear. Con los principios de glasnost (transparencia) y perestroika (transformación), lo que empezó como una apertura reformista terminaría con la disolución de la Unión Soviética.
Durante su mandato se materializó la retirada del Ejército Rojo de Afganistán, que tanto daño hizo al régimen soviético, y un prometedor desarme nuclear. Y durante cinco meses de 1989, tan excepcionales como vertiginosos, el telón de acero se desintegró desde los Bálticos hasta los Balcanes en países agotados por regímenes espantosamente autoritarios, con vergonzosos niveles de corrupción y economías agonizantes. Por todo ello, Gorbachov fue cuestionado por la vieja guardia comunista y por frustrados liberales, los dos bandos enfrentados en las trincheras del pasado y del futuro.
Al final, su gestión fue mucho más reconocida fuera que dentro de Rusia, empezando por el premio Nobel de la Paz en 1990. Como dijo el diplomático americano George F. Kennan, el más perceptivo de los sovietólogos, Mijaíl Gorbachov fue «un milagro», un hombre capaz de ver la realidad del mundo sin la distorsión imperialista y retrograda que ahora ha vuelto al Kremlin.
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