Las peticiones de democracia empañan el pleno económico del Partido Comunista chino

Aunque Pekín ha censurado la noticia y la mayoría de los chinos no conocen a Liu Xiaobo, el galardón ha desatado una cascada de reacciones incómodas para el régimen, que ha atacado a Occidente por premiar a un “criminal convicto”.

A la reciente carta de 23 veteranos y ex altos cargos del Partido Comunista reclamando más libertad de expresión se ha sumado otro escrito firmado por un centenar de intelectuales, activistas y abogados pidiendo la salida de la cárcel del Nobel. “Solicitamos que se tomen pronto medidas para que Liu Xiaobo sea liberado, se reúna con su esposa, Liu Xia, y pueda ir a Oslo a recoger el premio”, reza el documento difundido en internet, que también demanda a las autoridades que ponga “en libertad a todos los prisioneros de conciencia y presos políticos encerrados por razones ideológicas, religiosas o por sus ideas”.

Todo este revuelo y la crisis diplomática provocada por el Nobel han enfurecido al régimen de Pekín, que ha acusado a Occidente de intentar minar el “milagro económico” chino e incluso ha sacado a relucir la tensión entre los bloques capitalista y comunista durante la Guerra Fría. Aunque los analistas coinciden en que el pleno del comité central no entrará a debatir este asunto ni los llamamientos de reformas políticas, sí creen que se escenificará una lucha ideológica entre los liberales y los conservadores del Partido.

Entre los primeros citan al primer ministro, Wen Jiabao, quien este mes reconoció en una entrevista con la televisión americana CNN que las peticiones de “democracia y libertad serán inaplazables” . Dichas declaraciones, que fueron censuradas en China, repetían pasajes de un discurso pronunciado en agosto por Wen, a quien los expertos señalan un talante más liberal y reformista que al presidente, Hu Jintao.

Las voces críticas intentarán poner al ala dura en un aprieto por la vergüenza que ha supuesto el Nobel a Liu Xiaobo, auténtica bofetada contra un régimen que aspira a conseguir el respeto internacional para China como nueva superpotencia.

Los crecientes desequilibrios sociales que ha provocado el extraordinario crecimiento económico y la corrupción rampante en el Partido, cuyos cuadros suelen ser adinerados hombres de negocios que se han enriquecido gracias a sus influencias políticas, volverán a marcar el cónclave del comité central.

En principio, la reunión abordará las medidas económicas a tomar durante los próximos cinco años, como el aumento del consumo interno para paliar la caída de las exportaciones por el impacto de la crisis en Occidente. Para ello, una de las prioridades consiste en ampliar un sistema de seguridad social aún muy precario con el fin de que los chinos no tengan que guardar sus escasos ahorros para pagar sus gastos médicos y así puedan gastar más.

Pero también es probable que se plantee una mayor apertura y menos opacidad dentro del propio Partido, controlado con mano de hierro por el presidente Hu Jintao, que llegó al poder en 2003. Con la vista puesta en su sucesión, prevista para 2013, los analistas seguirán de cerca las intervenciones de su supuesto sucesor, el vicepresidente Xi Jinping , quien podría ser ascendido a la Comisión Militar Central, y del viceprimer ministro Li Keqiang, que en teoría relevará a Wen Jiabao. Se mueven, por tanto, las piezas en el juego de poder dentro del Partido Comunista chino.