La nueva estrategia de seguridad de EE.UU.: una «década decisiva» para hacer frente a China

Este es el diagnóstico de la Administración Biden sobre la situación geoestratégica que enfrenta la primera potencia mundial, detallada en su Estrategia de Seguridad Nacional, un documento que cada presidente de EE.UU. debe emitir al comienzo de su mandato.

El primero firmado por Joe Biden se ha presentado este miércoles, con meses de retraso por la agresión militar de Rusia a Ucrania a comienzos de año. En él, el presidente asegura que EE.UU. tiene por delante una «década decisiva» en la que su Administración buscará «impulsar los intereses estadounidenses, posicionar a EE.UU. para desbaratar a los competidores geopolíticos y enfrentar los desafíos compartidos».

El documento define tres líneas para conseguirlo: inversión en las herramientas de «poder e influencia» estadounidenses, es decir, en su economía doméstica, sus instituciones democráticas y su sector de defensa; la construcción y ampliación de coaliciones y alianzas con otros países; y la modernización y fortalecimiento de su ejército.

El objetivo es imponerse a sus competidores globales, es decir, las «potencias que unen un gobierno autoritario con una política exterior revisionista».

Rusia es una de las preocupaciones, en especial tras el giro imperialista imprimido por el presidente Vladimir Putin en los últimos años y ante las recientes amenazas de uso de armas nucleares.

Pero el documento deja claro que el desafío central es China, como Biden ha reiterado desde que llegó a la Casa Blanca y como también mostró su antecesor, Donald Trump.

El gigante asiático «es el único competidor que tiene tanto la voluntad de reformular el orden internacional como, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para conseguirlo», asegura el documento.

Al mismo tiempo, la Administración Biden reconoce que tiene que cooperar con estos competidores para atajar otros desafíos globales, como el cambio climático, las pandemias, la inseguridad alimentaria, la proliferación de armas o el terrorismo.

Es decir, EE.UU. está forzado a entenderse con China y, a la vez, a contener su empuje. Esta es una idea que Biden sigue del libreto de Trump, que ya señaló en su Estrategia de Seguridad Nacional la nueva era de «competencia entre grandes potencias». Pero también de Barack Obama, que se orientó hacia el fortalecimiento interno y, a su vez, a la construcción de coaliciones.

El documento trata de defender la búsqueda del equilibrio entre fomentar los intereses de EE.UU. y salvaguardar su posición de líder mundial, pero sin crear un antagonismo con China que provoque una rivalidad peligrosa para el planeta. «Queremos evitar un mundo en el que haya una escalada de rivalidad que divida al mundo en bloques rígidos», dice. «No buscamos el conflicto ni una nueva Guerra Fría. Al contrario, tratamos de apoyar a todos los países, con independencia de su tamaño o fuerza, para ejercer la libertad de tomar las decisiones que mejor sirvan a sus intereses».

Para todo ello, «el mundo está en un punto de inflexión»; dijo Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de Biden, en una llamada con los medios. «Las decisiones que tomemos hoy establecerán los términos de cómo tratamos los desafíos y oportunidades a los que nos enfrentaremos en los años venideros».