El momento estelar de Keir Starmer, el líder laborista sin el brillo de Tony Blair
Con un discurso moderado, tiene una oportunidad histórica de llegar a al 10 de Downing Street
Sunak y el poder de la situación
Las encuestas prevén un batacazo sin precedentes para los conservadores en las elecciones generales del Reino Unido
Keir Starmer en un acto de campaña en Stafford, el sábado
El firmamento de la política británica parece estar, desde hace tiempo, más lleno de agujeros negros que de estrellas. Sin embargo, una destaca en la actualidad, aunque no brille precisamente: Keir Starmer (Londres, 1962), el líder del partido Laborista y favorito para ganar las elecciones generales en el Reino Unido ... que el primer ministro conservador, Rishi Sunak, convocó días atrás para este verano; en concreto, el 4 de julio.
El anuncio llegó por sorpresa esta semana, y la maquinaria está en marcha para una fecha que amenaza con sacar de Downing Street al último de los inquilinos 'tories' que han vivido, y trabajado allí mismo, de manera ininterrumpida desde mayo de 2010, y poner en su lugar al hombre que sucedió a Jeremy Corbyn en abril de 2020, tras la derrota en las generales de diciembre de 2019 frente a un Boris Johnson que ganó con una abrumadora mayoría absoluta.
Sin embargo, los tiempos de Corbyn y Johnson, dos líderes llamativos, polémicos y generadores de titulares, han dado paso, ahora, a una batalla entre dos hombres de perfil bajo, con personalidades muy a la sombra de los nombres anteriores.
Un tipo «aburrido»
A Starmer la prensa y el público lo han calificado, entre otros adjetivos, como «aburrido». Él mismo ha hecho referencia a esto, diciendo que no es algo tan malo si es lo único que le critican.
Este rasgo representa una figura de marcado contraste con otro primer ministro de su formación, Tony Blair. Mientras Blair encarnaba el carisma y el pragmatismo, Starmer es conocido por su estilo sobrio y de perfil más técnico. Su trayectoria profesional como abogado y fiscal del Estado le dan una perspectiva diferente en el liderazgo político, enfocándose en la credibilidad y la competencia técnica más que en el encanto personal, del que visiblemente carece, al menos en público.
A diferencia de Blair, que lideró el movimiento del Nuevo Laborismo en los años 90, Starmer ha buscado una posición más centrista, distanciándose tanto del socialismo tradicional como de las políticas neoliberales de Blair. Su enfoque pasa por restaurar la confianza en el Partido Laborista mediante la promesa de revertir algunas de las reformas neoliberales y adoptar una postura más cautelosa en política exterior.
Starmer se presenta además como un líder serio y centrado en los problemas, en contraposición al carisma y la polarización asociados a Blair, un enfoque que ha generado opiniones encontradas, ya que algunos lo ven como una figura sólida y competente, mientras que otros lo critican por su falta de magnetismo y capacidad para conectar emocionalmente con el electorado.
Una infancia difícil
Sobre su vida personal, es también reservado y discreto, una actitud que mientras para algunos contribuye por un lado a su imagen de seriedad y profesionalidad, también ha sido objeto de críticas por parte de aquellos que lo ven como distante o desconectado de la población. Pero es que su infancia no fue fácil y quiere proteger a su familia. Su madre estuvo muy enferma casi toda su vida, ya que sufría de la enfermedad de Still, un tipo raro de artritis inflamatoria que limitaba su capacidad de caminar, hablar y comer; y su padre se dedicó a cuidarla, en detrimento del tiempo dedicado a sus cuatro hijos. Su relación con él, ya fallecido, era distante.
El líder laborista aprendió de aquello y el tiempo que pasa con su esposa, Victoria, abogada que trabaja para el Servicio Nacional de Salud, y sobre todo con sus hijos, un adolescente de 15 años y una de 13, es sagrado; y ha tomado decisiones concretas para cuidar ese espacio personal, como acabar de trabajar todos los viernes a una hora temprana. En diferentes entrevistas con la prensa local, ha confesado que lo que lo mantiene despierto por las noches es la preocupación de cómo él y su esposa protegerán a sus hijos si llega a primer ministro, una posibilidad cada vez más real, a juzgar por los resultados de las encuestas. «Son edades difíciles, les afectará. No los nombramos en público. No nos tomamos fotografías con ellos y van al colegio local», ha dicho. «Estoy tratando desesperadamente de protegerlos de esa manera, pero sé que va a ser difícil y me preocupa».
Starmer se presenta además como un líder serio y centrado en los problemas, en contraposición al carisma y la polarización asociados a Blair
Sus amigos son de toda la vida y sus enemigos, poco visibles. Al menos, no destacan nombres, pero se sabe que hay asperezas difíciles de limar con los miembros más a la izquierda del partido y tras el inicio de la guerra en Gaza, su situación política se ha complicado debido a su posición. Según datos de The Times, el 20% de los votantes piensan que Starmer ha sido demasiado pro-Israel, en comparación con el 9% que dice que ha sido demasiado pro-Palestina. Con su esposa judía, que tiene familia en Israel y sus hijos siendo educados en esta religión, la polémica está servida sobre hacia donde va su brújula en un asunto que puede ser decisivo, debido a la cantidad de votantes musulmanes que tradicionalmente han sido laboristas.