El ministro de Exteriores del Vaticano viaja a Cuba para impulsar la libertad
Dominique Mamberti, un arzobispo corso especialista en diplomacia silenciosa
JUAN VICENTE BOO
El Papa cuenta entre sus prioridades continuar el esfuerzo por la libertad en Cuba iniciado personalmente en la isla por Juan Pablo II durante su histórica visita de enero de 1998. Por eso, con motivo del décimo aniversario, Benedicto XVI envió a La Habana en ... el 2008 a su secretario de Estado, Tarcisio Bertone, el primer mandatario internacional que mantuvo un encuentro con Raúl Castro.
A esa visita del «primer ministro» del Vaticano sigue ahora la del «ministro de Exteriores», Dominique Mamberti, cuyo título oficial es secretario para las Relaciones con los Estados. El jefe de la diplomacia vaticana es un arzobispo corso nacido en Marruecos y experto en Latinoamérica, Naciones Unidas, África, Oriente Medio e Islam: un verdadero peso pesado especialista en la «diplomacia silenciosa» .
Según Mamberti, «las prioridades estratégicas de la diplomacia pontificia son asegurar tanto la libertad de la propia misión como la de sus fieles y, por tanto, el libre ejercicio de sus derechos humanos y de sus libertades fundamentales».
En estrecho contacto con el Papa y con el cardenal de La Habana para la definición de los objetivos de este viaje, Dominique Mamberti iniciará su visita de cuatro días inaugurando el ciclo de conferencias «Diálogo entre cubanos», que es una de las propuestas de la Santa Sede, junto con la de un mayor diálogo con el mundo exterior. El pasado mes de diciembre, al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador, Eduardo Delgado Bermúdez, Benedicto XVI le recordó la famosa frase de Juan Pablo II durante su visita a la isla: «Que Cuba se abra con todas sus magnificas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba» .
Benedicto XVI comentó al nuevo embajador que «el servicio que la Iglesia presta a los cubanos es el anuncio de Jesucristo y su mensaje de amor, perdón y reconciliación en la verdad», puntos que serán claves para la transición pacífica en Cuba.
Dominique Mamberti ha sido invitado tanto por la Iglesia como por el gobierno de Cuba para participar en la celebración del 75 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y el Vaticano. Aunque ha habido muchos altibajos, la Santa Sede es experta en paciencia y en jugar siempre la carta de las libertades: la libertad religiosa en primer lugar, y los demás derechos humanos justo a continuación.
Mamberti, que habla bien español además de francés, italiano e inglés, es un experto en situaciones complejas y en deshacer nudos gordianos. El Vaticano mantiene relaciones diplomáticas con 179 países pero, a diferencia de los demás Estados, no orienta sus prioridades por intereses económicos, políticos o militares, sino que actúa simplemente por el bien de los ciudadanos de cada país, defendiendo sus derechos frente a regímenes autoritarios.
A veces lo hace con la crítica en público, pero casi siempre con el esfuerzo para convencer a los gobernantes en privado, como hará Dominique Mamberti a lo largo de sus encuentros en Cuba. La paz, que es siempre una prioridad de los Papas , tiene dos vertientes: evitar las guerras externas y evitar las violencias internas como la que sufre Cuba.
Por fortuna, la mediación de la Iglesia católica empieza a dar los primeros resultados y sirve de excusa muy apropiada a un régimen que puede ceder a súplicas de entidades religiosas pero no cedería a presiones de potencias como Washington.
Aun así, los obispos de Estados Unidos están preparando una visita a la isla para marcar distancias entre la actuación de la Iglesia, que en buena parte es de ayuda humanitaria, y la de la Casa Blanca, que mantiene un embargo criticado ya en 1998 por Juan Pablo II.
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