Preguntado si Japón impondrá también sanciones a empresas chinas por su comercio con Rusia, Kishida prefirió mostrarse cauto optando por el diálogo y no por la confrontación. «Esta cumbre del G-7 ha demostrado nuestra unidad a la hora de aplicar sanciones duras contra Rusia. Lo que hay que evitar es la evasión de las sanciones y, para ello, necesitamos la colaboración de otros países. En el caso de Japón, ya veremos qué es lo más efectivo», respondió en un tono conciliador distinto a la contundencia del comunicado final.
Kishida aseguró que todos los miembros del G-7, que incluyen a las democracias más avanzadas y la Unión Europea, están de acuerdo en «la cooperación con China en retos globales». Pero volvió a mostrar su preocupación por la tensión en los mares del sur y este de China y abogó por una resolución pacífica para Taiwán, isla democrática e independiente «de facto» reclamada por Pekín.
«Mantener la soberanía»
Enlazando este contencioso con la guerra de Ucrania, el primer ministro nipón se congratuló de que esta cumbre del G-7 con sus países invitados, entre las que destacan potencias emergentes como la India y Brasil, había servido para «lanzar un mensaje de que es inaceptable cambiar el statu quo de forma unilateral y por la fuerza en cualquier parte del mundo». En este sentido, insistió en que «todos los países deben ser capaces de mantener su soberanía e integridad territorial».
Natural de Hiroshima, Kishida explicó que «no había mejor lugar para celebrar una cumbre de paz» y volvió a rechazar tanto las armas nucleares como la amenaza de su uso, como ha hecho Putin con Ucrania. En el mismo sitio en que hace casi 78 años fue lanzada la primera bomba atómica, advirtió de que «nunca se debe librar una guerra nuclear».
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