POSTALES
Rusia
Moscú quiere rodearse de un colchón de países satélites para conservar su imperio y se ha metido en un buen lío en Ucrania, que nadie sabe cómo va a acabar
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Teóricamente, la crisis con Rusia se resuelve mucho más fácil de lo que parece: ofrecerle el ingreso en la OTAN. Que viene a ser aplicar el refrán inglés «Si no pueden vencer a tu enemigo, abrázate a él». Con lo que se acabaría ... el temor a un choque con ella, pues se habría convertido en aliada. Lo malo es que el Kremlin lo rechazaría. No por sentirse más fuerte, más débil, o las dos cosas al mismo tiempo, que es lo más probable, sino por temor a perder el 'alma rusa', tan profunda como contradictoria. Pasada la reválida del Bachillerato de siete años, pasé el verano de 1947 devorando literatura rusa.
Aquello me vino muy bien en mi década berlinesa, cuando establecí una estrecha relación con el corresponsal de Radio Moscú. Había cubierto la guerra contra Hitler como voluntario con 16 años hasta la entrada de las tropas rusas en Berlín y allí se quedó. Yo le invitaba a cenar de vez en cuando en un buen restaurante de la parte Oeste y él lo hacía en uno de la parte Este. Nuestras conversaciones apenas rozaban la política, desarrollándose en la historia que estábamos viviendo.
Él tenía una teoría sobre España y Rusia, que me sorprendió desde el primer momento: «Son, venía a decir, dos países en los extremos de Europa. España en el occidental y Rusia en el oriental: de ahí que su papel es proteger a Europa de las invasiones que llegan de Asia (mongoles, hunos y otros bárbaros) y España de defenderla de las tribus africanas, especialmente tras Mahoma y el expansionismo islámico que se torna terrorismo».
Preferí no apuntar las lagunas en su tesis, al olvidar las grandes civilizaciones que nacieron en el Oriente Próximo para no enturbiar nuestra amistad y humor. Hoy, sin embargo, me pregunto si no había algo de verdad en su teoría. Rusia quiere rodearse de un colchón de países satélites para conservar su imperio y se ha metido en un buen lío en Ucrania, que nadie sabe cómo va a acabar.
Que en su historia no haya habido Renacimiento, ni Reforma, ni revolución burguesa ni, menos, revolución democrática, sólo esa revolución a lo bestia que es la comunista, va a dificultar su adaptación a la Historia, que según Hegel es la marcha de la humanidad hacia la libertad y la responsabilidad individual y colectivo.