Familiares de rehenes de Hamás: «Por favor, ayúdennos a salvarlos»
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Madrid
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Iniciar sesiónLa vida de Yulie, una joven israelí de 27 años, se paralizó el 7 de octubre a las 6.20 de la mañana, cuando los terroristas de Hamás entraron en su kibutz y arrasaron con todo. «Desperté con los ruidos de las bombas y ... enseguida escuché gritos en árabe. A las 6.30 recibimos un mensaje: los terroristas de Hamás habían entrando en nuestras casas«. La pesadilla que pensó que nunca viviría había comenzado.
El kibutz Be'eri –a solo cuatro kilómetros de la franja de Gaza–, donde vive la joven con su pareja Roberto, mexicano, fue uno de los más golpeados por los terroristas en el ataque del 7 de octubre. De las 1.245 personas que vivían allí, más de 100 fueron asesinadas y varias decenas, secuestradas. Entre ellas, los padres de Yulie: Ohan (54 años) y Raz (57 años).
La mañana de ese sábado iba a ser la de un día normal. «Íbamos a comer con la familia. Era un día festivo, estábamos felices», recuerda la pareja en una entrevista para ABC. La familia de Yulie lleva viviendo en este pequeño kibutz desde hace más de 25 años. Ohan trabaja como contable y Raz ayuda a las personas mayores de la comuna a hacer manualidades.
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«Vinimos aquí cuando tenía cuatro años», recuerda Yulie. «Elegimos este kibutz porque pensábamos que era el lugar más seguro en Israel. Estábamos rodeados de seguridad, cámaras... Es el lugar con más vigilancia, donde el Ejército siempre está alerta». Nadie imaginaba lo que Hamás tenía preparado para ellos. Ni el Ejército, ni la Inteligencia israelí lo vieron venir. «Aprovecharon que era festivo y que estábamos relajados para atacar». El saldo de este ataque se eleva a 1.400 muertos y más de 5.200 heridos.
La pareja habla con tristeza y aún con miedo de lo que vivió ese fatídico sábado: las horas eternas que estuvieron escondidos en el refugio de su casa. Y con angustia de lo que no saben: cómo están sus familiares. La pareja vivió casi en directo el secuestro de los padres de Yulie a través del teléfono. «A las 7.20 de la mañana escribí a mi mamá y le pregunté cómo estaban. Me dijo que se encontraban en el refugio, pero que los terroristas estaban intentando entrar a la casa».
«Nos atraparon»
Dos horas después, Yulie y Roberto recibieron un nuevo mensaje, esta vez del padre: «Están dentro. Nos atraparon». Los terroristas de Hamás habían logrado entrar en el refugio y se los llevaron. «Una hora más tarde, recibimos una foto de mi padre en pijama ya en Gaza». Este es el último contacto. Dieciocho días después del secuestro, siguen sin noticias. «Mi mamá está enferma. Necesita medicinas. Nadie sabe si recibe el medicamento y sin ellas no va a poder resistir. Estamos muy preocupados«, lamenta la joven, que no consigue contener las lágrimas al recordar a su madre enferma.
Yulie y Roberto, con un pequeño grupo de víctimas, han viajado hasta Madrid para «que la gente de España y del mundo abra los ojos». «Hamás juega con la propaganda. Manipulan los vídeos, las imágenes... Nada de lo que publican es cierto. Tenemos que dar a conocer lo que nos pasó, porque esto no solo va a pasar en Israel. Ya lo dijeron los líderes de Hamás. Llegarán a Europa y entonces, será tarde», dicen.
El conflicto palestino-israelí siempre ha girado en torno a narrativas contrapuestas. Pero desde la comunidad judía tienen claro que lo que pasó hace 80 años con el Holocausto «no puede volver a pasar. Necesitamos que el mundo nos ayude a salvar a nuestra familia».
Se cree que Hamás tiene 222 personas tomadas como rehenes, según el Ejército israelí, y aunque ya ha habido cuatro liberaciones, no son optimistas. «Es solo una forma de lavar su imagen», dice Roberto. «Han visto que la comunidad internacional se les está echando encima, pero son unos asesinos. Se enorgullecen de todos los crímenes. Se regocijan de los bebés muertos. No solo nos mataron. Han intentado exterminarnos, masacrarnos».
«Mi día está lleno de preocupaciones. Estamos en un duelo enorme. Hemos perdido a muchos amigos. No duermo. Solo necesito al menos que nos digan que están en Gaza, que los están cuidando y que están bien».
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